La Constitución es como el pilar que sostiene un edificio. Hay que reformarlo para apuntalarlo. Cuestión aparte es que no se pueda arreglar la parte que se está deteriorando con el paso del tiempo por lo complicada que resulta la obra. Así ve la reforma constitucional el exministro de Justicia Francisco Caamaño Domínguez, que ofreció ayer una aplaudida conferencia en la Casa de Cultura de Avilés con motivo del 40.º aniversario de la Constitución, organizada por la Asociación Cultural La Serrana y el Ayuntamiento.

El jurista gallego sostuvo que "hay que cambiarla con la misma naturalidad que en otros países democráticos (la Constitución alemana lleva más de 50 reformas y no pasa absolutamente nada)". Defendió que el texto del 78 "ha sido y está siendo útil a España, pero si queremos que siga prestando ese buen servicio hay que mejorarla y adaptarla a los nuevos tiempos". Eso sí, "esto no se tiene que hacer de un día para otro" ni en medio de confrontaciones partidistas. "Hay que sacar el debate de la reforma constitucional del día a día, hay que reflexionar", señaló el exministro, que aboga porque una comisión de expertos sea la que estudie y analice de forma sesuda y sosegada esa modernización del texto constitucional.

El principal escollo para cambiar la Carta Magna está en lo complicado que es poder cambiarla. El jurista puso el ejemplo portugués, en la que existía una cláusula con aspectos que no se podían reformar nunca, entre ellos la soberanía bancaria. Esto impedía la entrada del país luso en la Unión Europea. Así que se optó por cambiar el artículo que establecía que no se podía reformar y luego meter mano al texto. Algo similar plantea para el caso español. "El procedimiento simple no dice que no se pueda revisar el agravado", dijo ante un público entregado, con la presencia de la alcaldesa, Mariví Monteserín.

Son varios los posibles cambios que puso sobre la mesa Caamaño Domínguez, al que presentó el jefe de sección de LA NUEVA ESPAÑA de Avilés, Eloy Méndez. El primero, "¿qué hacemos con nuestro Senado?", concebido como la cámara de representación territorial. "No conozco a un solo diputado que no tenga territorio ni a un senador que no tenga ideología. ¿Tiene sentido tener una segunda Cámara? ¿No nos basta con una? La Cámara de representación territorial durante todos estos años es el Congreso de los Diputados. Quizás es demasiado territorial", indicó. Como buen gallego, el que fue ministro con José Luis Rodríguez Zapatero lanzó una batería de preguntas: "¿Qué hacemos con la provincia, tiene sentido ese nivel territorial donde hay comunidades autónomas? ¿La circunscripción electoral provincial es la mejor después de estos 40 años que tenemos de experiencia, o hay que aumentar el tamaño de la circunscripción y suprimir lo provincial para que el sistema sea más proporcional y por tanto sea más democrático desde el punto de vista representativo? Y ya no hablemos del título octavo. La cuestión territorial ya vemos cómo está".

Caamaño enumeró una serie de cuestiones que se deben actualizar. "¿Qué pasa con los derechos digitales de los ciudadanos? ¿Están en la ley y cualquiera que venga los puede cambiar o tenemos que tenerlos en la Constitución? El modelo de los derechos sociales del año 78 los pusimos con menos garantías porque entonces era más importante la libertad de manifestación o de asociación. ¿Pero hoy que prefieren los españoles si pudiesen opinar de todo esto? A lo mejor hablaban de las pensiones, de la Seguridad Social", planteó. Y concluyó: "Son temas que hay que actualizar. Nuestra Constitución no sabe que estamos en la Unión Europea, ni cuántas comunidades autónomas hay en España. ¿Podemos tener una Constitución que no sabe ni cómo es ella misma?".