La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mi nueva amiga, Winifred

La conejita de tres meses y pelo negro y sedoso que llegó de la mano de un vecino de Illas

Alumnos del Castillo de Gauzón, con cuentos de LA NUEVA ESPAÑA.

El 15 de septiembre, un vecino de Illas me hizo un precioso regalo. Se trataba de una nueva amiguita que llegaría a mi casa para colmarme de felicidad. Estoy hablando de una conejita que apenas tenía tres meses. De pelo negro, sedoso y brillante y orejotas grandes y simpáticas. Nada más verla, me quedé eclipsada con su belleza y tuve claro que llegaba a mi casa para quedarse y ser un miembro más de la familia. Al momento pensé en su nombre y la llamé Winifred, Winie para los amigos.

Cuando la conejita llegó a mi casa, estaba muy nerviosa, atemorizada diría yo. Mi buen vecino la habían traído en un saco y la pobre no quería salir de él. Quise acariciarla para así poder tranquilizarla, pues su corazón latía a toda velocidad, pero conforme sentía mi mano se asustaba más aún.

Winie estuvo varios minutos sin querer salir del saco, no porque estuviese a gusto, sino porque tenía miedo. No sabía dónde la habían traído ni en manos de quién iba a parar. Así que para no ponerla más nerviosa la dejé a su ritmo, esperando que ella decidiese cuándo salir del saco.

Cuando se sintió confiada, asomó su cabecita fuera del saco, olisqueó su alrededor moviendo la nariz de una forma muy graciosa como sólo los conejitos saben hacer y dio un pequeño salto, que le permitió salir del saco. Parada en el sitio, comenzó a divisar su alrededor. Y parecía gustarle, pues lo que veía era una pradera donde poder brincar, hojas para morder y tierra en la que excavar para hacer una madriguera. A ningún conejo le disgustaría ese entorno. Así que la pequeña Winie, decidió comenzar a explorar su alrededor, eso sí, con mucho cuidado, pues aún estaba muy asustadiza.

Pero a mi nueva amiga, aún le esperaba una sorpresa, la cual descubrió enseguida cuando comenzó a saltar frente a ella. Winnie conoció a Titín mi otro conejo, de color blanco y marrón, pequeñito, cariñoso y juguetón. Ver a alguien de su misma especie le dio mucha tranquilidad y confianza y los dos conejitos correteaban felices y contentos por el prado. Disfrutando de su nueva vivienda, Winie parecía contenta. Brincaban, paraban a descansar en un hueco de sombra, volvían a pegar brinco... Nunca había visto a Titín corretear tanto, estaba eufórico con su nueva compañera.

Pero la felicidad pronto se disiparía, al menos para mí... La noche estaba cayendo y comenzaba a hacer frío. Era la hora de guardar a los conejos en su caseta. Titín, como siempre, se dejó coger sin problema ninguno. Lo tomé en mis brazos, lo acaricié, le di mimos y lo metí en su caseta. El problema comenzó cuando quise coger a Winie... La coneja se ponía nerviosísima cuando me acercaba a ella y si yo iba por el lado derecho, ella me esquivaba por el izquierdo y viceversa. Al principio pensé que se trataba de una especie de juego, pero cuando los minutos pasaron y la nueva inquilina huía de mí despavorida, comprendí que no era ningún juego. A la conejita le ocurría algo...

Por nada del mundo quería dejarla fuera de la caseta de noche, pues desgraciadamente, los conejos son animales muy vulnerables, indefensos y presas de cualquier otro animal. Los pobres poco pueden defenderse, y sin embargo, la naturaleza es cruel con ellos, convirtiéndolos en criaturas desprotegidas, que incluso sirven de alimento a otros animales e incluso a las personas. Así que no quería que Winie fuese presa ni de aves que le dieran picotazos, ni de cualquier mamífero que pudiese trepar con intención de cazarla. Por lo que tenía que atraparla fuera como fuese.

Tras más de una hora para capturarla, eso sí, con todo el cariño y respeto del mundo, la coneja parecía estar cansada. Su respiración estaba muy agitada. Parecía agotada. En un momento dado, Winie se fue a una esquina de la casa y yo fui detrás, así que estaba acorralada y ese era el momento. O ahora o nunca pensé...

Continuará...

Compartir el artículo

stats