Alcoa cierra. Los peores presagios se han cumplido y la multinacional aluminera comunicó ayer la clausura de las plantas de Avilés y La Coruña. Deja en la calle a casi 700 trabajadores, 317 asturianos, y pone en riesgo más de 2.000 empleos indirectos e inducidos. La compañía, que amenazó con echar el candado en 2014 tras no salir satisfecha de la puja en la que se reparten los bonus eléctricos, cifra en 74 millones de euros las pérdidas (la mitad en Asturias) con que cerrarán el año sendas factorías de aluminio primario, y que se suman a los 26 millones del ejercicio anterior. Hoy se reúnen el presidente del Principado y la Alcaldesa de Avilés con el comité de empresa para coordinar una respuesta.

La compañía fundamenta su decisión en el precio de la luz y de las materias primas, pero también en que las fábricas no son competitivas y "están obsoletas" (hace años que no se invierte en ellas ni en mantenimiento). La plantilla, indignada, presentará batalla con el apoyo de las instituciones asturianas. La cuenta atrás está activada. El día 31 se constituirá la mesa de negociación del despido colectivo. El presidente del Principado, Javier Fernández; la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín; el regidor de Gozón, Jorge Suárez, y el comité de empresa se reúnen hoy para intentar trazar una estrategia contra la decisión de la multinacional, en la que se trabajará de la mano de Galicia.

El cierre de Alcoa, un temor de largo recorrido

No es la primera vez que Alcoa anuncia un despido colectivo. Ya lo hizo en 2014, cuando consiguió que se celebrase una segunda subasta eléctrica tras no salir bien parada de la primera. La multinacional ya argumentaba entonces que las plantas de Avilés y La Coruña eran de las más vulnerables del grupo por problemas estructurales, debido a su menor capacidad de producción (suman 180.00 toneladas al año), una tecnología menos eficiente (la Soderberg, que prácticamente ha desaparecido) y elevados costes fijos. Pero ahora hay más. "Estos problemas estructurales, unidos a factores externos de mercado, como la sobrecapacidad de producción de China, el elevado precio de las materias primas y el coste de la energía, han generado pérdidas significativas en estas plantas en los últimos años, que previsiblemente continuarán", argumenta la empresa. La factura eléctrica es el campo de batalla desde que desapareció la tarifa G-4, que repartía ayudas directas a la industria electrointensiva. El PP ideó un sistema de pujas, que Alcoa siempre criticó, el precio de la luz se ha disparado en el último año y lejos de anunciarse ese marco energético estable, que vienen demandando el Principado, industria y sindicatos, sigue sin llegar. Al contrario, aumenta la incertidumbre con la carrera hacia la descarbonización, que supondrá supuestamente un aumento aún mayor de la factura eléctrica.

Indignación en la plantilla de Alcoa

La plantilla, indignada, plantará batalla: "No vamos a aceptar los despidos ni el cierre", aseveró el presidente del comité de empresa, Sergio Sobrido. Los representantes de los trabajadores manifestaron su indignación por el fondo y las formas de la comunicación del cierre. Estaban convocados a una reunión urgente, ayer a mediodía, que se tradujo en la lectura de un comunicado interno que lleva la firma del presidente Tim Reyes. En ese documento, "Alcoa se compromete a ofrecer un plan social para alcanzar el mejor acuerdo posible por ambas partes, la compañía y los trabajadores". "El anuncio que hacemos no tiene nada que ver con el desempeño diario y esfuerzo de nuestros empleados. Me consta que en estos últimos años todos se han esforzado al máximo", escribió Reyes. Pero no hay consuelo para los trabajadores y sus familias, que sienten la espada de Damocles desde hace años y ayer vieron cumplidos sus peores presagios. "Quien tiene capacidad para evitar este tipo de situaciones es quien está alimentando la deslocalización de las empresas, los gobiernos centrales, tanto el anterior del PP como el actual del PSOE, con políticas encaminadas al cierre de la industria electrointensiva (...) Alcoa tiene pérdidas en aluminio, pero como grupo gana dinero a patadas", protestó el comité. El complejo de San Ciprián se salva de la sangría. En Lugo hay dos fábricas. "Alúmina gana dinero, pero la de aluminio da resultados negativos por primera vez", aseguran desde Alcoa, que no facilitó cifras de la planta lucense.