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Los trabajos para dar con el enterramiento de La Lloba reciben el visto bueno del Principado

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica presenta un informe arqueológico para hallar los restos de represaliados de la Guerra Civil

El Principado de Asturias ha dado el visto bueno a que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) realice los trabajos necesario para localizar la fosa de La Lloba, en Castrillón, y la posterior fase de excavación para intentar hallar a las personas que se sospecha que allí están enterradas, según los testimonios orales recabados. La administración regional solo pone como condición que tengan todos los permisos necesarios para hacer esos trabajos. En ese sentido, tienen que pedir licencia al Ayuntamiento de Castrillón.

La Consejería de Presidencia recibió hace unas semanas el informe preliminar para la localización de la posible fosa común, firmado por el historiador Pablo Martínez Corral y por la arqueóloga Arantza Margolles Beran. En él, se incluye un informe histórico sobre el origen de la fosa de La Lloba, que está, supuestamente, en una trinchera excavada durante el verano de 1937 para frenar un posible ataque sublevado desde el sector de Pravia. "A mediados de noviembre de ese mismo año comenzó a ser utilizada como fosa común", explica Martínez Corral.

Ahí podrían estar enterradas, al menos, ocho personas, según los testimonios y las denuncias recogidas: José Fernández Corujedo, Josefa del Barrio Gutiérrez, Ángel Rodríguez Suárez, Aurelio Gutiérrez Lorenzo, Melitón Corral Luengo, Eduardo Fernández Menéndez, Ángel Álvarez González y Aurelia Álvarez Fernández.

Margolles es la encargada del informe arqueológico y expone cómo se realizarán los trabajos en unos terrenos que "no han sufrido modificaciones sustanciales a lo largo de los últimos ochenta años". "Según relatan algunos testimonios, las trincheras fueron colmatadas por tierra transportada por varios camiones al final de la Guerra Civil y, desde entonces, el lugar ha servido como tierra de pasto, primero de vacas y, en los últimos años, de caballos", expone la arqueóloga.

Una vez tengan todos los permisos, el primer paso será localizar la trinchera, aunque la prospección visual que realizó Margolles acompañada de familiares hace un mes va en el buen camino. En primer lugar se haría una prospección no invasiva utilizando un detector de metales "para identificar posibles restos de casquillos o de balas que indiquen bien a línea de fuego de los fusilamientos bien el lugar del enterramiento". Seguidamente se haría una prospección arqueológica por media de la apertura de dos catas en la zona propuesta.

Una vez hallada la trinchera, "cabría la posibilidad de excavarla manualmente o por medio de una retroexcavadora, situación que se deberá decidir in situ, teniendo en cuenta la mayor o menor facilidad del trabajo sobre el terreno". Si, como se espera, se encuentran restos óseos, se llevarían a analizar e identificar.

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