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Jesús Díez Alcalde | Teniente coronel experto en temas de África, dio una charla en el Centro de Servicios Universitarios

"La única salida para un joven de Sudán del Sur es huir de su hogar y de su país"

"Muchos estados africanos no pueden afrontar en solitario la lucha contra el crimen organizado, es muy necesaria la cooperación internacional"

Jesús Díez Alcalde, ayer, en el Centro de Servicios Universitarios. M. FUENTES

Carolina G. MENÉNDEZ

El teniente coronel Jesús Díez Alcalde es oficial del Ejército de Tierra (artillería) con experiencia en asuntos relativos a la Seguridad y el análisis estratégico internacional, especialmente centrado en la conflictividad en África. De esta continente habló ayer en el Centro de Estudios Universitarios de Avilés.

- ¿África es el continente de los desafíos?

-Lejos de estar perdido o hundido en la violencia, África es un continente de oportunidades que enfrenta muchos desafíos: entre otros, y en clave de seguridad, está amenazada por los conflictos, el terrorismo de carácter yihadista y el crimen organizado, fundamentalmente. Muchos países africanos no pueden enfrentar en solitario la lucha contra estas amenazas y, por eso, es imprescindible que toda la comunidad internacional coopere con el continente africano.

- ¿Es posible la paz en Sudán del Sur tras el acuerdo firmado recientemente?

-La paz siempre es posible. Sin embargo, en Sudán del Sur todo es errático e imprevisible, porque las posturas de los dos líderes -el presidente Salva Kiir y el ex vicepresidente Riek Machar- siguen muy enconadas. Siempre fueron un binomio de conveniencia para repartirse el poder y el control de los recursos tras la independencia nacional en 2011. Sin embargo, no han dudado -como señala Naciones Unidas- en instigar la lucha entre las dos principales etnias: los dinka de Kiir y los nuer de Machar en su propio beneficio, y sin importarles el daño irreparable que causaban a su población. La paz siempre es posible, aunque en Sudán del Sur se antoje muy complicada. El acuerdo paz determina que se tiene que establecer un nuevo gobierno de transición en el que ambos continúen en el poder -tras la vuelta de Machar-. Esto dificulta mucho el escenario, porque la población sursudanesa está hastiada de que sus propios dirigentes, en apenas tres años, hayan transitado de la esperanza de la independencia al conflicto más cruel y devastador: casi en los mismos niveles de la guerra en Siria, pero fuera del foco mediático.

- ¿Qué va a ocurrir ahora?

-Siempre hay que dejar todas las ventanas abiertas a la esperanza, pero al mismo tiempo exigir -desde la comunidad internacional- que no se vuelva a fracasar, porque ya acumulamos demasiados fracasos en Sudán del Sur. Este gran país tiene solución; todo tiene solución, incluso las guerras más cruentas y las paces más difíciles: nuestra historia está lleno de ejemplos. ¿Por qué no va a suceder lo mismo en Sudán del Sur? Pero cierto que hay dos realidades y obstáculos importantes. La primera es que el Acuerdo de Paz firmado hace apenas un mes (12 septiembre 2018) es el duodécimo desde el inicio de la guerra civil en 2013 y todos los precedentes han sido fallidos. La segunda es que es que hay que estar muy vigilante con el cumplimiento de todo lo pactado: entre otras exigencias, este acuerdo obliga a la reedición de un gobierno Kiir-Machar que nunca ha funcionado, porque nunca han tenido una hoja de ruta para el país y siempre han recurrido al poder de las armas.

- Desde que estalló el conflicto en 2013, millones de personas han huido. ¿La situación es más grave para los jóvenes?

-La guerra fratricida que comenzó en 2013 ha causado un sufrimiento descomunal, y ha dejado a este joven país africano en el total colapso y donde la propia supervivencia -acechada por el conflicto, las permanentes violaciones de derechos humanos, las sequias o las hambrunas- es excesivamente cara. La guerra no sólo está devastando el presente del país, sino también está aniquilando o minando las expectativas de aquellos que deben construir el futuro: sus jóvenes. Es especialmente preocupante que para un joven sursudanés la única salida sea huir de su hogar y de su país.

- ¿Cómo debe actuar la comunidad internacional?

-La comunidad internacional ha tenido una presencia muy significativa en la consecución del acuerdo de paz en Sudán del Sur, tanto en el que se firmó en el 2015 como en el actual. Entre otros, Naciones Unidas, la Unión Africana, la Unión Europea, Estados Unidos, China, Noruega o Reino Unido, bajo los auspicios de la organización regional de África del Este, han sido los principales valedores de este nuevo acuerdo. Ahora deben permanecer muy vigilantes, incluso con la aplicación de sanciones o medidas de presión.

- ¿Por qué este drama apenas tiene repercusión en España y en el resto de Europa? ¿Por qué no está al orden del día?

-Todo conflicto, allá donde ocurra, siempre tiene repercusión en un mundo totalmente globalizado, y no sólo porque las amenazas a nuestra seguridad no reconocen fronteras. Las nuevas tecnologías nos acercan todo lo que ocurre en el mundo hasta nuestra vida cotidiana, y, por tanto, también la violencia, el terrorismo o los conflictos en tiempo real. Esto nos hace valorar más lo que tenemos, y también incrementa nuestra solidaridad, a pesar de la lejanía geográfica. Pero corremos el peligro de que, por no entender bien lo que está ocurriendo, creamos que no podemos hacer nada para encontrar soluciones. El simple hecho de estar bien informados es ya una gran aportación a la paz, o al menos una condición imprescindible. Si como sociedad somos más conscientes de la violencia que ocurre tan lejos -pero tan cerca- de nosotros, seremos partícipes y protagonistas de un mundo mejor.

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