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"Esto es un solar", lamentan los vecinos de Los Balagares tras el cierre del golf

"Era lo único bueno que teníamos", critican los residentes de la urbanización, a la espera de que llegue una nueva gestora al campo

Jorge García y Salomé Ortega pasean a sus mascotas "Lucas" y "Berta", con el campo de golf de fondo. M. FUENTES

Es medio día en la urbanización Los Balagares. Blanca Fernández es la única persona que se divisa en varios metros a la redonda. Está paseando a su perro, masticando la amargura que le provoca el cierre del campo de golf. "Esto es una vergüenza, la urbanización va a quedar como un solar", lamenta, antes de recoger un excremento de su mascota de la acera.

Como ella, el sentir de los vecinos de la zona es de pesar por el reciente cerrojazo a la instalación que gestionaba Dolabay, la empresa que tomó el control en 2006 por medio siglo de duración y al precio de 250 euros al mes. Como los nueve empleados que se han quedado con una mano delante y otra detrás, los vecinos de la urbanización esperan que una nueva gestora se haga cargo pronto de la instalación municipal.

Por ahora, son seis la empresas que han manifestado su intención de reabrir el campo. La de mayor puja tiene dos semanas para dar el sí quiero. Pero mientras, por Los Balagares se lamentan. "Aquí ya no había nada de nada, solo el hotel y el campo. Pagamos una renta de mil euros al mes y apenas tenemos servicios. Es una vergüenza que esto se pierda", insiste Fernández.

Isabel Peregrina lleva once años en la urbanización. Ha celebrado el cumpleaños de su hijo en un par de ocasiones en la cafetería del golf. "Era el único lugar cercano donde había un poco de movimiento. Se veía durante los veranos, que se organizaban torneos y que aquí había algo de vida, no entiendo cómo se ha podido gestionar así de mal", resume la mujer.

Jorge García y Salomé Ortega son una pareja de 44 y 42 años respectivamente. Como Blanca Fernández, paseando a sus dos perros, encaramados a la valla del campo de golf, ya vacío y cerrado, entregado a su suerte. Llevan apenas dos años en Los Balagares, desde que llegaron de Valencia, para trabajar en Avilés.

"Creo que el cierre, a nivel turístico no va a afectar demasiado, aunque está claro que la zona va a quedar más desierta de lo que ya está", indican. Su mayor temor es al descuido del verde. "Esperemos que no crezca la maleza y dificulte el paseo de los perros", analizan mientras prosiguen su camino.

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