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El corazón empresarial de la comarca, rehén de la electricidad

Las pymes del metal echan chispas: la luz se les encarecerá un 20% durante 2019

Los empresarios extreman las medidas de ahorro, pero ni así logran compensar unos sobrecostes eléctricos que les reducen los márgenes

Tendidos eléctricos que sobrevuelan el polígono empresarial de la ría de Avilés. MARÍA FUENTES

El precio de la luz no da tregua a las pequeñas y medianas empresas de la comarca, y en especial a las del sector metal-mecánico, en cuyos talleres el consumo eléctrico es una importante variable de costes por la proliferación de máquinas que funcionan a base de electricidad. Desde 2016, la factura de la luz crece para estas empresas -en realidad para todas, también para las que no tienen elevados consumos eléctricos- a ritmo desbocado: un 30 por ciento en 2016, un 11 por ciento en 2017 y un 50 por ciento en el interanual de septiembre de 2018, con récord incluido en ese mes: 74,58 euros el kilovatio/hora, una marca nunca vista en la última década.

Por si ese encarecimiento acumulado del precio de la luz no fuese ya lo bastante preocupante para las empresas, lo que se les anuncia para 2019 es aún más negro. Las pocas compañías que, por tamaño y consumo, tienen la capacidad de negociar de tú a tú la tarifa de la luz con las distribuidoras y comprar paquetes eléctricos "a futuro" ya tienen sobre la mesa el dato de cuánto va encarecerse el recibo: un 20 por ciento. Ante semejante previsión, alguna ha optado por contratar solo la energía eléctrica necesaria para el primer semestre, en la confianza de que en el segundo bajen los precios. Lo habitual en estos casos es cerrar el trato para el año completo, pero la situación del mercado depara la toma de estas decisiones excepcionales.

Javier Bousoño, gerente de Mecanizado Cas, ni siquiera puede beneficiarse de la compra de electricidad "por paquetes" a medio y largo plazo; el consumo de su empresa, siendo importante, no alcanza el volumen necesario para que las eléctricas le hagan precio especial. "Lo que nos toca es pagar y callar; hablar con los clientes para repercutirles en el precio final de los productos el sobrecoste eléctrico es inviable porque no quieren ni escucharte. O sea que, para mantener la competitividad, no hay otra que compensar las subidas del recibo de la luz con reducciones en los márgenes comerciales", explica el empresario.

Un taller de reparación de sistemas eléctricos como el de José Aurelio Rivero es, según refiere su gerente, "altamente sensible" al precio de la luz, así sea solo porque hasta la realización de pruebas a los equipos reparados "tira del contador". Rivero asegura que fruto del celo ahorrador de luz han llegado a "diseñar estrategias de optimización de ensayos de los aparatos reparados o buscar la mayor eficiencia posible de las máquinas (eléctricas) de secado". Y aún así, cada mes la factura de la luz da algún susto "sin posibilidad de recuperar ese dinero pagado por la luz vía clientes porque la mayoría es gran industria y se muestran inflexibles al respecto".

Fruto de años sufriendo la carestía eléctrica, pocos o ningún taller queda que no haya implantado ya un plan de eficiencia energética: gestión "inteligente" del alumbrado, instalación de sensores que evitan despilfarros lumínicos, compra de máquinas más eficientes, sistemas de reaprovechamiento de calor residual... "Pero lo que logras ahorrar por un lado se lo lleva la factura de la luz siguiente porque cada mes sube el precio de la electricidad; el asunto empieza a ser serio", asevera Javier Bousoño.

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