Pedro Sanz Pérez sabe lo que significa que cierre una fábrica. Lo vivió en sus carnes cuando la multinacional Saint-Gobain decidió vender su planta de Hortaleza, en Madrid. Fue en 2004. Ahora está jubilado, pero su veteranía es subrayada: 39 años al servicio de la compañía de vidrio francesa, los últimos, en Avilés. "Porque por lo menos nos dieron la oportunidad de recolocarnos", reconoce. Era contramaestre en Madrid y pasó en Avilés a liderar un turno. "En ocasiones, de hasta 50 años", apunta. "He estado en las movilizaciones, en la manifestación del otro día. Sé lo que es estar hecho una mierda. Cuando cerraron allí yo tenía cincuenta años y me dije: ¿A dónde vas, tío? ¿Cómo vas a pagar la hipoteca que debes? Piensas en la familia", cuenta. Asegura que en los dos años que hubo desde el aviso de cierre a la venta de la fábrica conoció la ansiedad, la impotencia. Crespo Pérez, en La Maruca, se ve reflejado en el espejo de Alcoa.

Y también José Ramón Rodríguez, que trabaja en lixiviación, en Asturiana de Zinc (Azsa), o Luis Alonso, que lleva once años en Baterías de coque de Arcelor. "Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar", vienen a confirmar los tres obreros ante la situación creada por la multinacional norteamericana Alcoa, que hace más de un mes dio la peor de las noticias posibles: una regulación de empleo para sus 317 empleados. "A ver qué pasa", dice.

José Ramón Rodríguez entró en la planta de Azsa hace veinticinco años. "Lo que pasa allí nos preocupa a todos: a los trabajadores, a los vecinos. Lo peor es que la decisión de marchar no la han tomado aquí y tampoco responde a cuestiones económicas: quieren sacar aluminio del mercado y les importa poco que para eso haya que cerrar una fábrica", se lamenta Rodríguez.

A Alonso no le sorprendió la decisión de Alcoa. "Estuvieron amagando un montón de veces y no se hizo nada hasta ahora. La empresa no invirtió nada, la fue dejando... Nosotros hacemos acero y ellos aluminio, son productos distintos, pero la situación es pareja: dependemos de lo que decida una multinacional lejos de aquí", concluye el siderúrgico.