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El deterioro de la ponte de Budores por las últimas riadas alarma a los vecinos

La asociación El Curbiru exige fondos para reparar la construcción de Verdicio, que tiene factura medieval y "un posible origen romano"

María Luz Gutiérrez, sobre la ponte de Budores, ayer. MIKI LÓPEZ

La asociación cultural El Curbiru busca fondos para poder reparar la ponte de Budores (Verdicio), una construcción que creen que data de la época medieval. "También puede que tenga algunas partes de la época romana", matizan. Para lograr la financiación suficiente, el colectivo está intentando que las administraciones pongan de su parte. María Luz Gutiérrez García, presidenta de El Curbiru, lamenta que "con las aportaciones de los socios no da porque se necesita muchísimo dinero y somos una asociación pobre".

La urgencia de acometer cuanto antes la reparación de la ponte de Budores se debe, según explican los miembros de este colectivo, a que la construcción histórica está muy deteriorada como consecuencia de las últimas riadas. "Nos comentaron los vecinos que puede correr riesgo de derrumbe", asegura Gutiérrez. A la par que buscan financiación para acometer las obras de reparación y conservación de esta emblemática construcción, están tramitando los permisos oportunos para la rehabilitación con diferentes administraciones, ya que en ello están implicados tanto el Ayuntamiento de Gozón como la Confederación Hidrográfica del Cantábrico y Demarcación de Costas. "No es fácil ni rápido conseguir los permisos y hay que hacerlo cuanto antes", remarca Gutiérrez García.

Un inconveniente añadido a la ambiciosa campaña iniciada es que El Curbiru carece de local propio donde poder organizar las diferentes actividades como hacen otras asociaciones del concejo. Por ello, los miembros de esta entidad tienen que amoldarse al horario de otras organizaciones de Gozón para poder programar charlas y otros eventos culturales. Más de lo mismo les ocurre a la hora de gestionar los trámites para arreglar el puente medieval de Verdicio. La directiva tiene en su casa toda la documentación al respecto, y a sus miembros les es más difícil organizarse para trabajar en grupo y así poder actuar más rápido. "Es posible que seamos la única asociación del concejo que no tiene local propio", lamentan desde El Curbiru, que siguen en su lucha.

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