Manuel Ponga fue muchas cosas: alcalde, delegado de gobierno, presidente del Puerto... Y también un jugador de tenis de mesa sobresaliente que compitió en algún que otro partido internacional. Su amor por el tenis de mesa le llevó a construir allá por 1986 una sala en el polideportivo de La Magdalena que por aquel entonces "era una de las mejores del país". Impulsó también las escuelas para deportes minoritarios, que fue el germen de un club que nació con el nombre de Fundación Deportiva Municipal Tenis de Mesa. Desde entonces ha llovido, pero el presidente de esa entidad, Juan Carlos Paramá, y muchos jugadores que pelotearon en la La Magdalena no olvidan el respaldo de aquel alcalde que un 1955 se enfrentó, raqueta en mano, a la selección francesa. De ahí que el Avilés Tenis de Mesa decidiera ayer nombrar presidente de honor a Manuel Ponga, de 82 años.

El homenaje -previo a un partido de liga nacional de segunda división masculina- contó con la participación de muchos integrantes del club y también con la familia socialista de Avilés: Santiago Rodríguez Vega, Álvaro Álvarez, Mariví Monteserín, Pilar Varela, Ana Hevia y Román Antonio Álvarez no quisieron perderse el acto, que Ponga agradeció puesto en pie, con la mano en el pecho. Le entregó la insignia Álvaro Álvarez, por aquel 1986 concejal que respaldó el proyecto deportivo. Ponga también recibió una placa de manos de Félix González, el "eterno capitán". En el acto hubo un recuerdo para la mujer de Ponga, Juanamari Esparza. A ella, el exalcalde le regaló un beso, emocionado.

Luego tomó la palabra. Terminó el acto invitando a la actual regidora, Mariví Monteserín, a defender el tenis de mesa: "Esto no puede morir". Agradeció también a Paramá su "locura divina" por este deporte y concluyó: "Avilés es una ciudad cómoda, magnífica. Os quiero".