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Aprender a enseñar en Finlandia

Profesores del Instituto de Piedras Blancas visitan el país nórdico para observar un método de enseñanza que da mayor autonomía al alumno

Ignacio Sánchez, Eva Lisa Bonett, Jarkko Ulko, Jyrki Mery, Minna Laakso y Jaime Rodríguez, en el colegio Malmin Peruskoulu.

El Instituto Isla de la Deva de Piedras Blancas quiere dar una vuelta a las metodologías que ha venido empleando hasta ahora en las clases e intentará aplicar algunas de las prácticas que utilizan los centros de Finlandia que han conocido dos docentes del castrillonense en un viaje concluido hace unos días. Ignacio Sánchez y Jaime Rodríguez, director y secretario del citado instituto y profesores de Lengua Castellana y Literatura y de Tecnología, respectivamente, han estado en Helsinki en el marco del proyecto Erasmus para visitar dos escuelas que imparten Primaria y Secundaria. Su estancia ha consistido en asistir a las clases, observar el día a día de las aulas y conversar con los profesionales de la educación del país nórdico y con aspirantes a profesores.

"Hemos visto que en los centros Malmin Peruskoulu y Viikin Normaalikoulu, los profesores hablan poco, no focalizan la atención en la clase, no dan toda la información, sino que son observadores y asesores de las tareas de los alumnos, de modo que estos son quienes han de investigar y buscar sus propias conclusiones, algo relacionado con lo que ahora se llama aprender a aprender, que es una de las llamadas competencias básicas, la primera en importancia en Finlandia", señala Ignacio Sánchez.

El director relata algunas de las experiencias que vivieron en las escuelas visitadas, como la de la clase del profesor Jyrki Mery, finlandés de origen chileno, cuyo padre se exilió en 1974 a causa de la dictadura de Pinochet. Este docente, cuenta, pidió permiso para modificar la morfología de la clase, de modo que retiró los tradicionales pupitres y los sustituyó por sofás, cojines y mesas redondas con sillas. "Sus alumnos son de séptimo grado (segundo de Secundaria), con bajo rendimiento y problemas de actitud serios a los que se les permite sentarse libremente en el aula; paradójicamente, esa falta de rigidez en las normas les relaja", explica Sánchez, para añadir que tras pasar lista, los alumnos eligen libremente dónde sentarse y "el profesor no focaliza en las conductas disruptivas que provocan algunos, de modo que no consiguen atraer la atención de nadie y no alcanzan su objetivo".

El director del Isla de la Deva describe que los estudiantes trabajan de forma individual o en parejas: "El profesor lanza preguntas y los alumnos, sin tiempo establecido, van buscando la información, nunca falta un apoyo visual, con imágenes en la pizarra, fotos, gráficos, mapas... En la clase hay cojines en el suelo, pupitres formando grupos y hasta un sofá, la mesa del profesor no existe porque Jyrki Mery piensa que es una barrera entre él y los alumnos".

Ignacio Sánchez y Jaime Rodríguez también acudieron a una clase de español con la profesora Marja Mannisenkä, que los invitó a impartir la asignatura para fijar vocabulario de viajes, clima y situaciones prácticas de cómo actuar en un restaurante: "Montamos un juego para que los estudiantes ganen puntos según las respuestas correctas, lo cual les impulsa más a participar; los animamos con refuerzos positivos a intervenir, pues ante dos personas desconocidas y nativas tenían miedo a equivocarse".

Ambos profesores participaron igualmente en una clase de inglés con Agota Harmat. "Los alumnos empiezan con juegos para iniciarse en la lectura y dicción, así van activando habilidades y, a continuación, realizan ejercicios para trabajar el vocabulario del sistema educativo a lo largo de distintos países, siempre a través de juegos, como sopas de letras o crucigramas sencillos", indica Ignacio Sánchez, que destaca el constante apoyo visual en la pantalla. "La profesora deja a los alumnos más de la mitad del tiempo para trabajar, emplea menos de diez minutos en hablar y explicar; la metodología es claramente participativa, los alumnos tienen un rol activo y aunque se dan conductas disruptivas al comienzo de la sesión, desaparecen al aplicar la profesora el enfoque de no prestar la atención a ese alumno".

En el segundo centro que visitaron, Viikin Normaalikoulu, a las afueras de Helsinki, donde se forman futuros profesores, Sánchez y Rodríguez se entrevistaron con alumnas de la universidad aspirantes a profesoras que hacen prácticas en esta escuela. Mientras las esperaban en un aula les llamó la atención las reglas de la clase que figuraban bien visibles sobre el encerado: no hables, respeta tu turno, escucha a los demás y ayuda a tu compañero. "Advertimos algo que en España a veces olvidamos: las actividades, datos, instrucciones u órdenes, avisos o advertencias, se proyectan de forma obligada en la pantalla", destaca el director del Instituto de Piedras Blancas.

Los profesores castrillonenses querían conocer los aspectos más significativos de los aprendizajes en el periodo de prácticas. Declaran que las cuatro futuras docentes con las que conversaron "se pusieron en el lugar del alumnado, sienten que quien enseña tiene la responsabilidad de sacar a flote a los que aprenden, de acercarse a ellos, de utilizar las estrategias necesarias para que ningún alumno se quede atrás, son conscientes de que en cualquier grupo o clase hay cierta heterogeneidad en cuanto a capacidades y nivel y que es labor del enseñante equilibrar las diferencias que presenta el grupo". También, dicen, que se refirieron a la cercanía con el alumno, incluso físicamente. "A veces, sólo 30 segundos son suficientes para que fluya la clase, y con ella los despistados, inseguros o desenganchados", añadieron.

Otro aspecto del que hablaron las futuras profesoras, comentaron, es que "el alumno necesita ver en el docente tranquilidad, pues reconocen más la autoridad del profesor y una figura a seguir cuanto más tranquila, segura y cercana se muestre; y al contrario, cuanto más distante sea, menos adhesión provocará entre el grupo", concluyen Ignacio Sánchez y Jaime Rodríguez, que regresaron a Piedras Blancas con buenas ideas en la maleta educativa para intentar aplicarlas en las aulas castrillonenses.

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