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El óxido se come el Museo de Anclas

El espacio de La Peñona, que acaba de cumplir 25 años, sufre un imparable abandono ante el enfado vecinal: "Hay que tomar medidas"

El mirador de La Peñona. MARÍA FUENTES

El Museo de Anclas Philippe Cousteau de La Peñona, en Salinas, es uno de los lugares turísticos más visitados de Castrillón y de la comarca de Avilés. Pero el espacio, que acaba de cumplir 25 años, sufre un deterioro que se incrementa día a día. Ha sido objeto de robos, de actos vandálicos y, además, tiene óxido, mucho óxido, por todas partes. Recientemente, apreció tirada sobre el césped y fuera de la peana el ancla del barco "Ciudad de Turbo", que surcó los mares entre los años 1945 a 1995 y está instalada en la zona desde 1997 tras una donación de la ciudad colombiana de Barranquilla. Los vecinos reclaman con urgencia una actuación para "salvar" este enclave.

Otro de los problemas que sufre el museo está derivado del robo del cableado eléctrico, hasta el punto de que el Ayuntamiento de Castrillón lo ha tenido que reponer en varias ocasiones. La zona tiene bandera azul desde el año 2007, un distintivo de la Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor (Adeac), pero eso no le salva del abandono. "Es peligroso pasear por algunas zonas, sobre todo por el mirador pues está totalmente oxidado, las barandillas pueden caer en cualquier momento", se queja Joaquín Ruiz, vecino de Salinas, que pasea casi diario hasta La Peñona. "Es una pena el mal estado de conservación, hay que tomar medidas porque la erosión en esta zona es muy fuerte. Todas las administraciones tienen que tomarse en serio la conservación del museo porque puede llegar el momento en que no se pueda venir", añade.

El rey Juan Carlos I inauguró el Museo de Anclas Philippe Cousteau el 30 de septiembre de 1993. Janinne, la viuda de Philippe Cousteau, y sus dos hijos, Philippe y Alejandra, participaron en los actos de apertura del espacio, que se comenzó a gestar unos años antes Agustín Santarúa, promotor también de la Cofradía Buena Mesa de la Mar, que gestiona el museo y que actualmente preside Vicente Quintanilla. Meses después de la inauguración del museo, se instaló el busto de Philippe Cousteau, obra del escultor Vicente Santarúa, hermano de Agustín Santarúa.

Ahora, este lugar emblemático de la comarca peligra por el avance imparable del óxido y del abandono, sin que nadie haga nada. Los turistas y los vecinos claman por mejoras.

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