Los halagos hacia la figura política y personal de Manuel Ponga se sucedieron ayer a las puertas de la iglesia de Llaranes y en la plaza de España entre los vecinos que acudieron al funeral y vivieron de cerca su etapa al frente de la alcaldía de Avilés. "Era un político de los de verdad, de los que no abundan; ojalá se prodigaran más hombres como él", señalaba José Menéndez, para recordar la situación que atravesaba Avilés a finales de los setenta, recién llegada la democracia al país, y año en el que el fallecido asumía la Alcaldía que ocuparía durante nueve años, hasta 1988.

"Tanto él como su mujer, Juana Mari de la Esparta, siempre se caracterizaron por trabajar por el bienestar de la gente de esta ciudad", indicaba Maruja Martínez, otra ciudadana que alabó la labor personal y política de Ponga. "Creían que se podía conseguir una vida mejor y no dudaron en remangarse y apoyar a distintos colectivos para buscar solución de los problemas", añadía, en medio de la tristeza.