Para el comité europeo de la multinacional Alcoa, los cierres de sus fábricas de Avilés y La Coruña son "incomprensibles". Y lo son, aseguran, porque los fían a la caída del mercado aluminero. Y eso es lo que, subrayan, no se sostiene. En el informe "Reestructuración de Alcoa en España dirigida al cese de la actividad y cierre de Avilés y A Coruña", al que ha tenido acceso LA NUEVA ESPAÑA, se puede leer: "El crecimiento del consumo de aluminio en Europa y en el mundo es del 4% al 5% anual y los analistas son unánimes en predecir la continuación de esta progresión", o sea, "se necesita más aluminio y no menos". ¿Por qué cierran? "Por estrategia comercial", subraya José Manuel Gómez de la Uz, el presidente del comité de empresa de Avilés y miembro, asimismo, del órgano de representación europeo.

Alcoa quiere bajar la persiana pese a que el "crecimiento del consumo ha sido superior al de la producción durante varios años, sobre todo en las economías occidentales pero también cada vez más en China por razones medioambientales". En el informe, emitido por Syndex, se subraya que "después de un vacío de varios años, donde los proyectos de nuevas capacidades fuera de China eran raros o casi inexistentes, se abre un nuevo período de inversiones tanto 'brownfield' como 'greenfield', pero la economía del aluminio en Europa se encuentra atrapada entre: un déficit creciente de aluminio primario, que en 2018 se cifra en más del 50 por ciento de las necesidades de las cuales Rusia es una de las primeras beneficiadas". O sea, hay déficit y los sindicatos, a diferencia de la compañía, dicen que esa carencia aumenta "si se hace realidad el cierre de las plantas amenazadas". "Llevan veinte años sin invertir, nos tienen a dos tercios, pero hay mercado", concluye De la Uz.