Lo que hubo anoche en el auditorio del Centro Niemeyer fueron aplausos a rabiar. Y es natural. Sobre la escena habían salido actores tan importantes como Miguel Rellán ("Tiempo después"), Eloy Azorín ("La gata sobre el tejado de zinc caliente"), Carmen Ruiz ("La cantante calva"), Juan Carlos Vellido ("El espinazo del diablo") y Daniel Pérez Prada ("El Caso. Crónica de sucesos"), un repóquer de interpretaciones difíciles de igualar y más si se tiene en cuenta que los cuatro últimos actores de del espectáculo daban vida a cuatro empresarios de éxito que deciden defraudar a Hacienda y Hacienda les pilla. Los aplausos, pues, fueron para cuatro corruptos y también para una especie de abogado del diablo que tomó el cuerpo y el alma de Rellán, que no sorprendió, porque nunca falla a las expectativas y es que las que el público tiene de él siempre son las mejores posibles.

El auditorio del Niemeyer se llenó anoche con el reclamo de un espectáculo de origen tan singular. Y es que la base del montaje que se estrenó en Madrid este pasado otoño fue la primera película que la plataforma Netflix produjo en España. Aquel filme contó con Juana Acosta, Àlex Brendemühl, Paco León, Juan Pablo Raba y Manuel Morón, todos trabajando para Roger Gual, que había debutado hace quince años con una película de culto tan reconocida como "Smoking room". Ese guión cobró forma de drama de la mano de Daniel Veronese. Eso fue lo que causó admiración anoche en Avilés.

La semana que viene, el teatro se traslada al escenario del teatro Palacio Valdés que, por primera vez, programa un programa doble de teatro documento: "Jauría" y "Port Arthur".