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Nelly Fernández, memoria viva

La veterana militante del PSOE avilesino participó en el homenaje en el Senado al exilio republicano: "No guardo ni revancha ni rencor"

La exsenadora Nelly Fernández, en su casa de Avilés. JULIÁN RUS

La exsenadora y veterana militante del PSOE de Avilés Nelly Fernández-Arias fue testigo de excepción esta semana -en calidad de protagonista- del homenaje que se tributó al exilio republicano en un acto en el Senado en el que víctimas de aquel destierro demandaron al Estado que salde su deuda con ellas a través de un mayor reconocimiento a los sacrificios que hicieron por lealtad a la República y a la democracia.

Ante la ministra de Justicia, Dolores Delgado, la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, y la vicesecretaria general del partido, Adriana Lastra, representantes del exilio y víctimas de la represión franquista intervinieron reclamando al Gobierno medidas de justicia y reparación. El historiador Nicolás Sánchez Albornoz, condenado a trabajos forzados por la dictadura franquista y exiliado en Argentina durante décadas, criticó el "poco empeño" puesto por el Estado para dar a conocer a los españoles de hoy "el desgarro y el coste de la herida provocada" por el exilio del 39, que continuó en la posguerra y la dictadura franquista.

La exsenadora Fernández-Arias, de 86 años, volvió de Madrid, además de con principios de gripe, con un cóctel de sensaciones: "Entiendo que son necesarios este tipo de actos para combatir el olvido y para que los jóvenes sepan de primera mano lo que supuso el exilio, pero por otro lado yo lo paso muy mal porque me vuelven a la cabeza recuerdos muy dolorosos y me revuelvo por dentro". Preguntada por si se sintió al menos "reconfortada", niega tal posibilidad: "No es eso lo que busco ni lo que necesito, sino el reconocimiento del daño causado y que la ley de la memoria histórica cumpla sus objetivos, en especial los referidos a los desaparecidos en las fosas y cunetas".

Habla la mujer que con 5 años, en la cubierta de un barco atracado en el muelle de San Juan de Nieva, recibió los últimos besos que le dieron su padre, Gaspar Fernández, y su abuelo, el entonces dirigente socialista avilesino Fernando Arias. Nunca más los vio. Al abuelo lo torturaron hasta matarlo en la Quinta Pedregal y el padre murió desasistido de una neumonía en la cárcel gallega de Celanova. La entonces niña Nelly Fernández-Arias perdió la inocencia propia de la edad infantil en un periplo de 7 años por pueblos de Francia donde lo que quedaba de su familia -su madre, tres hermanas y una tía- se exilió para huir del horror de la guerra civil en España y quien sabe si no de la propia muerte. "Esa imagen de mi padre elevándome en brazos para darme un beso y abrazarme, lo mismo que hizo mi abuelo, me acompañará mientras viva; la tengo tan fresca como si hubiera sido ayer", afirma la hoy octogenaria.

El exilio de Nelly Fernández-Arias se resume en incertidumbre, miseria, dolor por las perdidas de seres queridos e incomprensión de la crueldad con la que el bando franquista reprimió a los republicanos. "Sí, ya sé que por el lado rojo también se cometieron excesos, pero no hay comparación posible entre unos y otros, ni por cantidad ni por gravedad", señala la exsenadora, que se caracteriza por tratar de ser conciliadora cuando habla de la huella del franquismo.

"Ni revancha ni rencor. Lo que hicieron a mis seres queridos ya lo tengo perdonado -que no olvidado-, porque lo autores están muertos y a sus descendientes no les pasaré factura. De hecho, conozco a gente cuyos padres fueron crueles en la represión... ¿Voy apagar con ellos lo que hicieron sus mayores? No, esa no es mi aspiración; los hijos no somos culpables de lo que hicieron nuestros padres", manifiesta la protagonista de una de las historias de exilio presente estos días pasados en el acto de desagravio celebrado en el Senado.

Lo que le duele oír a Nelly Fernández-Arias, según manifiesta, es la cantinela del "trata de olvidarlo, pasa página". Taladrando con sus ojos replica: "Quien ha tenido un perro como mascota lo recuerda después de muerto ¿cómo me puede pedir a mí nadie que olvide a mi padre y demás familiares perdidos en la guerra en circunstancias especialmente crueles e inhumanas?"

Respecto a la polémica generada por la pretendida exhumación de los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos, y pese a que esa es un idea que promueve su partido, la exsenadora discrepa: "Ni he ido ni iré jamás al Valle de los Caídos. Me importa poco o nada dónde está enterrado Franco. Y por tanto no me va nada en exhumarlo; al contrario creo que es un error remover esa tierra porque nos habíamos olvidado de él, que es lo mejor que podía haber ocurrido, y ahora con toda la polvareda montada lo hemos vuelto a poner de moda. Y no quiero pensar lo que podría pasar si finalmente se trasladan los restos a alguna otra parte... peregrinaciones de los pocos franquistas que aún quedan en España para exaltar a su líder. No, mejor es dejarlo todo como está".

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