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La reparación de las baterías supuso 75.000 horas de trabajo en tres meses

Las subcontratas realizaron la mayor parte de la obra para recuperar las instalaciones, que producen a pleno rendimiento desde el martes

Sobre estas líneas, a la izquierda, una grúa en servicio. A la derecha, aspecto de la nube negra del 16 de octubre.

La reparación de las baterías de Avilés, cuyo incendio y colapso se produjo en la tarde del pasado 16 de octubre, ha sido muy compleja. Tanto como para, según fuentes oficiales, haber necesitado que los trabajadores empleasen 75.000 horas para realizar la tarea. Buena parte de esta labor, sin embargo, vino de empresas subcontratadas: transporte, grupos electrógenos, grúas, limpieza industrial... Todas, "sin un solo incidente de seguridad".

La multinacional Arcelor destinó a la reparación de la coquería al 10 por ciento de su plantilla en la instalación (el resto se dedicó a sacar el coque de las baterías que no quedaron dañadas). El grueso de las horas de los trabajadores propios realizó labores de acondicionamiento. "Esto parecía Yugoslavia en plena devastación", apuntó un empleado de la coquería. Y era normal: la cinta transportadora de carbón y la estructura que la contiene se vinieron abajo hace tres meses. Entonces, pasadas las cuatro de la tarde, comenzó el fuego a consumir la estructura de uralita que protegía la cinta que alimentaba la torre que daba vida a la mitad de una instalación que es crucial para la transformación de mineral de hierro en arrabio en los hornos altos de Veriña (allí es donde comienza el proceso del acero del gigante siderometalúrgico, la mayor empresa en Asturias).

El incendio se produjo a pocos meses de la puesta en marcha de las baterías de Gijón, cuya apertura parcial está prevista para el mes de diciembre de este año. La compañía prevé completar la producción de la nueva destilería de carbón en la primavera del año que viene. Este contexto pesó durante los primeros días a la hora de decidir reparar la instalación dañada por el fuego. "Después del siniestro, nadie daba un duro por ellas", recalca uno de los trabajadores volcados en la recuperación. Entonces la compañía ordenó fletar un barco con carbón coquizado en la fábrica que la compañía tiene en la localidad francesa de Dunkerque. La orden no se repitió.

Tras una primera labor de acondicionamiento, la empresa vio factible optar por la restauración. "Los trabajadores de las auxiliares estuvieron allí echando horas y horas. Se iban a casa sólo para dormir. Lo que hemos logrado es un hito en la historia de esta fábrica", destacó otro empleado destinado a la zona 0. La multinacional no hizo público el presupuesto invertido en el desarrollo de las obras.

La vuelta al 100 por ciento de la producción en las baterías de coque devuelve a primera línea un problema que había quedado entre paréntesis "porque lo primero es lo primero", es decir, porque había que salvar la instalación. El conflicto aparcado se significa en los traslados de los 350 trabajadores de la coquería avilesina a la de Gijón y es que la cifra de trabajadores no es la misma en una y otra instalación.

El otro punto a discutir se refiere a la búsqueda del responsable de la descontaminación de una finca en la que se lleva desde finales de los cincuenta destilando carbón, una parcela a unos pocos metros del centro de Avilés. La compañía ya comunicó a la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI), el casero de baterías, que en diciembre se acaba una historia de décadas en el municipio.

Los trabajadores, mientras tanto, vuelven a la normalidad. La caída de la cinta transportadora que alimentaba la torre uno de gaterías dejó temblando al motor económico de la ciudad.

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