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Concejo de Bildeo | Crónicas del municipio imposible

Mirando por la salud

Mirando por la salud

De nuestro corresponsal, Falcatrúas.

A D. Cheluís, el médico de Bildeo, la gente lo quiere, aunque haya metido la pata y mandado para el otro barrio algún ciudadano antes de tiempo, acontecimiento celebrado por sus allegados con gran alegría.

Llevaba unos meses pasando consulta cuando entró la democracia, cogiendo a mucha gente despistada, y le comunicaron de Oviedo que iban a dotar a este pueblo de un equipo de Rayos X, un avance impensable entonces para un pueblín como éste. El médico transmitió a sus superiores la incongruencia de destinar aquel aparato a un lugar que carecía de corriente eléctrica, carretera y agua corriente, pero el que manda, manda: según manifestaron, habían escogido Bildeo como pueblo piloto para un Plan Avanzado de Medicina Preventiva, (en lenguaje actual diríamos "moderno que te cagas"), que implicaría revisiones médicas a toda la población.

-Puede usted renunciar a esa dotación, pero va a sentar muy mal en la Administración.

D. Cheluís informó al alcalde, Venancio Quilicas, y éste afirmó que todos los adelantos serían bien venidos y que aprovecharían para apremiar a Hidroeléctrica a que trajese de una vez la luz al pueblo. Al cabo de un par de meses, una comitiva de bildeanos bajó a la carretera general, a dos horas y pico de camino, con sendos carros de tracción a sangre de vaca, para recoger aquellos aparatos tan aparatosos embalados en cajas de madera que un camión ruso 3HC dejó allí arrimados, como si fueran sacos de patatas.

-¿Así que se trata de Ratos X o de Rabos X?, preguntaba un vecinos analfabeto en medicina alternativa.

-Rayos X, animal, pasan a través del cuerpo y para que el médico vea cómo estamos por dentro.

Unos años más tarde, D. Cheluís inauguró aquella máquina de meter miedo con Liborio, ahora fallecido, al que la gente llamaba Viborio, porque tenía la lengua bífida y saliva de vitriolo que le resbalaba por la comisura de las fauces dejando profundos surcos a ambos lados, confiriéndole un semblante horrible, cuando ya era de nacimiento más feo que Picio.

Viborio era experto en motear o sambenitar, es decir, poner motes a los demás, que no bautizar. Bautizar es fácil, coges a un chiquillo o chiquilla que acaba de nacer, que ni abrió los ojos, hay gente que se mantiene así toda su vida, le pones el nombre de un abuelo, del padrino o la madrina o el que aparece ese día en el calendario, y carretera.

Viborio tuvo una digna sucesora en su hija Serpentina, ambos nacieron ofidios y pasaron su vida ofidiendo a todo quisque; del padre dicen que fue la lengua viperina que destapó las andanzas de Villa, mecagüenmimantu, la leyenda urbana del "Pacto del Duerno", la película de terror de "El Petromocho" y otras historias que han impedido que Asturias evolucionase, transformando, por ejemplo, la minería en una actividad más saludable para todos, como rezaba aquella teoría: "cerrando un pozo y abriendo empresas en sus proximidades".

Por cierto, la ciencia de motear al prójimo cum laude consiste en hacerlo antes de que sus fechorías lo vayan retratando, y requiere tener cualidades de adivino, de psicólogo, de brujo... y acertar; además, debe tratarse de alguien ocioso, con mucho tiempo libre para discurrir maldades o directamente vago para perder el tiempo en esas chorradas.

Bueno, entró Liborio un tanto acojonado en la consulta. D. Cheluís, disfrazado de astronauta y radiólogo, mandil aislante, guantes, casco con pantalla, le indicó sin mirar para él, que se desnudara de cintura para arriba, se situara tras la pantalla y permaneciera lo más quieto posible. Luego se volvió, accionó algún mando y la máquina empezó a bufar. Dio un primer pantallazo y se quedó boquiabierto. Aquel hombre tenía el corazón totalmente desplazado a la derecha. Miró y remiró... No había duda, aquel paisano, además de ser un elemento peligroso, estaba mal hecho.

-¿Liborio, a usted nunca le dijeron que tenía el corazón a la derecha?

-Nunca fui al médico ni me duele nada; vine hoy porque usted me lo mandó. Y tendré el corazón a la derecha, pero voté izquierdas.

Vaya, -pensó para sí el galeno-, va a resultar que este equipo va a servir para descubrir que los vaqueiros son distintos de los demás por dentro también. Luego se fue fijando que el hígado no estaba donde debería estar... El fuelle de gaita del estómago estaba al revés... De repente levantó la vista de la pantalla y miró a Liborio, que estaba de espaldas a él.

-Pero hombre de Dios, si está de espaldas, está al revés.

-Usted me dijo que entrara y entré...

Éramos todos mucho más jóvenes, no sabíamos vivir con la democracia ni cómo entrar en un aparato de Rayos X. Pero ahora, de lo primero estamos peor.

Seguiremos informando.

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