Luanco es tierra de capitanes de la marina mercante y ayer lo volvió a demostrar con el encuentro de marinos en el Museo Marítimo con motivo de las fiestas del Socorro. "Somos 64, quizá el año que más", señala el presidente del colectivo y exalcalde, Francisco Roces, momentos antes de hacer la foto oficial de esta cita anual. "Y no vinieron más por culpa del tiempo, por miedo al Pajares", apunta Roces. La profesión de capitán de la marina une a jóvenes con pocos años de experiencia y otros viejos lobos de mar con más de cuarenta años de profesión en mercantes y puestos de responsabilidad náutica.
La reunión cumplió este año su edición número 13 y contó por primera vez con la presencia de Fernando García, capitán de la marina que lleva tres décadas trabajando en la Armada. Es de Verdicio. "Tenía muchas ganas de venir, antes no podía si coincidía en día laborable. Quería volver a ver a compañeros de profesión", afirma García, que tan solo le queda un año de labor antes de su jubilación a los 61 años. Está acompañado por Luis Ángel Álvarez, que ha participado en el encuentro de capitanes en cuatro ocasiones. Ya está jubilado y su última época la pasó trabajando en Ibiza, en los ferrys que unen esa isla balear con Formentera. "Debe hacer veinticinco años que nos veíamos", señalan Álvarez y García, casí al unísono. La mayoría de los capitanes que se dan cita en Luanco están jubilados o casi. Es el caso de Luis Servando Peláez o José Francisco Suárez, "Pichi", ya veteranos en el encuentro de capitanes, sin embargo apenas hay jóvenes.
La nota de juventud del encuentro la dan David Gutiérrez, natural de Viodo, y el luanquín Sergio Díez. Ambos trabajan en Salvamento Marítimo y tienen 30 años. El primero en Algeciras y el segundo en Barcelona. "Desde pequeños ya nos gustaba la mar", señaló Díez. Gutiérrez procede de familia marinera, siempre le gustó pescar, sin embargo, no quería estudiar hasta que descubrió la Escuela Náutica de Gijón. "Debo llevar navegando desde que tenía 22 años", apuntó el capitán de Salvamento marítimo de Algeciras, un puesto que ha de coordinar entre otras acciones la atención a las pateras que cruzan el Mediterráneo desde África en dirección a Europa.
Tras visitar el Museo Marítimo, los capitanes se desplazaron en autobús hasta el acuario gijonés, para después degustar de un menú en un conocido restaurante de Antromero. Y fue ahí donde el capitán Juan José Ochoa sacó su acordeón y comenzaron a cantar. A la hora de despedirse, más de uno se citaba con sus colegas hasta el próximo Socorro.
