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Un novedoso proyecto asistencial en el área sanitaria

Aprendiendo a vivir con cáncer

La psicóloga de la AECC Ángela Sánchez capta a pacientes oncológicos del último año para participar en terapias en el centro de salud de Llano Ponte

Por la izquierda, sentadas, Mónica Barreiro, Sofía Albuerne y Carmen González. De pie, Ángela Sánchez, María Jesús Álvarez, Cristina Cores, Graciela Hevia y María Isabel García, en Llano Ponte. MARÍA FUENTES

El diagnóstico de cáncer es algo parecido a una bofetada que no se espera, un golpe en seco. Los enfermos oncológicos coinciden: "Todo pasa demasiado rápido". El juicio médico siempre es difícil de digerir y supone un importante impacto a nivel emocional tanto para los pacientes como para sus familiares. De ahí que la psicóloga Ángela Sánchez Pendón, ligada a la delegación avilesina de la Asociación de Lucha Contra el Cáncer, lleve ya años enseñando a sus pacientes a convivir con esta enfermedad. Ahora ha dado un paso más y ofrece apoyo psicológico en el centro de salud de Llano Ponte a enfermos oncológicos diagnosticados como máximo en el último año. Participan diez mujeres, las diez con cáncer de mama.

El grupo se reúne cada viernes en el segundo piso del complejo sanitario, y esto tiene una ventaja principal: "Hay enfermos reacios a ir a la asociación que se sienten más seguros en un ambiente sanitario". Sánchez procura reclutar al mayor número de pacientes posible, consciente de que cada caso que llega a sus manos es un reto cuyo fin no es la curación sino el apoyo emocional. Las reacciones de miedo, incertidumbre, incredulidad, rabia o tristeza forman parte del normal proceso y varían su intensidad a lo largo de la enfermedad. Las participantes en el taller que imparte Sánchez Pendón también hablan de autoestima, ansiedad, de su imagen corporal o de cómo hablar con la familia abiertamente de cáncer. Porque nada es fácil después de la primera bofetada.

El hecho de que la psicóloga Ángela Sánchez trabaje sobre todo con afectadas por cáncer de mama se explica por el tipo de tumores que se tratan en el Hospital Universitario San Agustín: mama, colon y hematológicos. El resto de pacientes oncológicos con otros tipos de neoplasias reciben atención sanitaria en el HUCA, en Oviedo. Una vez "captados" para participar en la terapia, la psicóloga debe hacer frente a uno de los primeros "síntomas emocionales" del cáncer: "No quieren oír hablar del cáncer, tienen miedo de que esto sean reuniones para llorar en comunidad y no quieren hacer frente a la enfermedad. Aquí les enseñamos a aceptar lo que hay, un cáncer. Y enseñamos la diferencia entre aceptar y resignarse". Aceptar lleva implícita la lucha por sobrevivir.

Y de esto, de luchar, saben mucho las participantes en la nueva terapia de grupo en el centro de salud de Llano Ponte. Unos ejemplos. María Jesús Álvarez, avilesina de 45 años, ya sabía algo del cáncer de mama. "Lo tuvo mi madre". A los treinta años y hasta que entró en el programa de cribado de diagnóstico precoz (en su caso antes de tiempo al tener antecedentes de primer grado) decidió hacerse controles por su cuenta. Todo iba bien. Hasta este verano. "Me llevé el pack completo", dice con humor esta mujer que mira al hoy con optimismo. Álvarez llegó a la terapia animada por la pandilla de amigas de "madres del cole". "No quería venir, pero aquí me siento bien porque todas somos muy distintas pero tenemos una cosa en común: cáncer", reconoce.

Carmen González, de 56 años y también avilesina, fue diagnosticada de cáncer de mama en una revisión. "Se cogió muy a tiempo y todo salió bien. Ahora estoy como muchas de mis compañeras: sin teta y a lo loco". Nadie quita peso a su enfermedad, pero todas están aprendiendo a convivir con el cáncer. "Estamos en manos de los médicos y estos grupos de apoyo son fantásticos", dice. Sofía Albuerne, de 49 años y natural de Cudillero, se encontró un bulto hace justo un año. Desde entonces asegura vivir en una montaña rusa de emociones. "La terapia nos ayuda a hablar, a conocer otros casos, a informarnos", explica.

Coincide con ella Mónica Barreiro, una gallega de 41 años que ahora vive en Avilés. "El apoyo psicológico es fundamental porque ayuda a entender la enfermedad, los altibajos de los que habla Sofía. Gracias a la terapia estamos aprendiendo a manejar sentimientos como el miedo que todas compartimos", confiesa. Graciela Hevia, avilesina de 49 años, también comparte su experiencia con sus compañeras. Primero le diagnosticaron cáncer de mama a ella; luego, a su madre. María Isabel García, de 53 años y vecina de Villalegre, es una luchadora gracias a un "screening" (diagnóstico precoz) de mama.

Cristina Cores, de Luanco (Gozón), es una de las benjaminas del grupo. Tiene 36 años. Le diagnosticaron cáncer de mama metastásico el pasado octubre. Sabe que tiene que luchar. Y tiene muy clara una lección de la psicóloga Sánchez Pendón: "Nadie nos puede parar los pies".

Para Cristina Cores, Carmen González, María Jesús Álvarez y todas las demás, vivir la rutina con plena consciencia no es simplemente un eslogan, es un regalo. Pero cuando la intensidad de las emociones es excesiva y produce un gran malestar o sufrimiento en el paciente y familiar, o cuando aparecen reacciones desadaptativas o trastornos psicopatológicos, es conveniente la intervención profesional. Ahí está Ángela Sánchez, que llegó a Avilés en 2004 y desde entonces no ha dejado ni un solo día de trabajar con pacientes oncológicos en la delegación de la Asociación Española Contra el Cáncer, en la calle José Cueto.

El próximo mayo, Sánchez Pendón se jubila. Se despedirá el mismo día que finalizarán las terapias para pacientes oncológicos en el centro de salud de Llano Ponte, su último proyecto y probablemente uno de los que más le ha llenado a nivel profesional. Hasta entonces seguirá dirigiendo a un grupo de pacientes que tiene miedo a como será mañana. Ella les enseñará que primero está hoy. Lección uno.

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