S. S. P., un avilesino de 38 años consumidor de diferentes drogas desde los 14 y en tratamiento psiquiátrico por el abuso de los estupefacientes, llegó ayer a la sala de vistas del Juzgado número 1 de Avilés con el estigma de delincuente -se le acusaba de cinco delitos por los que se pedían 11 años y 6 meses de cárcel- y salió del Palacio de Justicia reconciliado con su madre -a la que había amenazado de muerte-, abrazado por una de las víctimas de los tres atracos que cometió en un periodo de 16 días en el mes de febrero de 2017 y dispuesto a seguir "limpio", sano y convertido en otro hombre.

Si cumple su promesa, según determinaron la juez y el fiscal, se recomendará la suspensión de la condena de cárcel que ayer se le impuso: seis años en total por cinco delitos: las ya citadas amenazas de muerte a su madre, el quebrantamiento de una orden de alejamiento de la misma y el robo con intimidación y uso de instrumentos peligrosos (una navaja y sendos cuchillo) de una pizzería y dos farmacias de Avilés.

La historia de S. S. P. es indisociable del consumo de drogas. Según explicó a este diario, se inició en el consumo de las mismas a los 14 años y cayó en barrena a raíz de una etapa laboral en Castellón: "Manejaba dinero, dificultades para hacer amigos y facilidad para las malas amistades... La soledad y un camello que se cruzó en mi camino me abrieron la puerta a la cocaína... Y a partir de ahí mi vida fue de mal a peor".

S. S. P. asegura que la droga se lo quitó todo; los vínculos familiares se resintieron -habla con especial dolor de la falta de contacto con su hijo-, perdió el trabajo y en cierto modo la cabeza. El abuso de las drogas le causó trastornos mentales de los que ahora trata de recuperarse en la unidad de salud mental del Hospital San Agustín. Precisamente el estado de enajenación mental que presentaba cuando cometió los delitos de los que ayer tuvo que rendir cuentas derivó en la apreciación de una eximente incompleta que llevó al fiscal a atenuar la petición inicial de penas para el reo.

S. S. P. aseguró a la puerta de la sala de vistas, rodeado por abogados y víctimas de sus malas andanzas, que se sentía "mal" por sus fechorías pasadas, mostró arrepentimiento y disposición a cumplir con la condena que le caiga y en un momento dado pidió permiso para reencontrarse con su madre una vez que la orden de alejamiento decretada en los días que la amenazó de muerte ha expirado. La juez consultó con la mujer y ésta accedió. Una decena de personas fue testigo del abrazo de ambos.

Uno de los abogados que ayer defendió a S. S. P., Eladio Cue Alonso, destacó que el acusado acudió voluntariamente a entregarse a la policía cuando era buscado como sospechoso de los atracos perpetrados en febrero de 2017 y que solicitó expresamente ponerse a tratamiento psiquiátrico y de desintoxicación para salir del infierno de la droga que le había llevado a convertirse en un sujeto peligroso.

"La droga me hizo perderlo todo, hasta la dignidad. Hubo un tiempo en que no podía ni mirarme el espejo porque no me gustaba lo que veía; ahora sí que me reconozco. Vuelvo a ser una persona que tiene palabra y valores", declaró a este diario el ladrón arrepentido. El futuro de este avilesino dependerá ahora de la solidez de esa palabra que dice tener; por si acaso, estará supervisado por psiquiatras y vigilado por la autoridad judicial.