Doctora en Químicas, investigadora del Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), María Teresa Blanco Varela está especializada en cementos, morteros y hormigones, tema sobre la que versó la conferencia que ayer ofreció en las XIII Jornadas de Conservación y Restauración que celebra la Escuela Superior de Arte del Principado, en el palacio de Camposagrado.
- El instituto Eduardo Torroja participa en el proyecto europeo Innova Concrete, centrado en el hormigón. ¿Qué persigue?
-Sus objetivos son desarrollar productos y tecnologías de aplicación para la conservación del hormigón y, sobre todo, tratar de aumentar la conciencia ciudadana del valor que puede tener el patrimonio del siglo XX, en este caso, de la obra hecha en hormigón, que hay mucha.
- ¿Carece del reconocimiento que debería tener?
-El hormigón es un material nuevo, no tiene la prestancia de venir del siglo II, es del XX y no se valora. En Europa hay un patrimonio enorme porque quedó destruida en la Segunda Guerra Mundial y se ha construido mucho en hormigón. En este siglo pasado se ha construido más que en toda la historia, pero como es un material común, se infravalora. De entre sus características, cabe destacar que es barato, moldeable, mecánicamente resistente y duradero si se hace bien.
- Con estas peculiaridades, ¿podría favorecer el desarrollo de sociedades pobres?
-El cemento tiene un problema, es un gran emisor de CO2. El 8% de las emisiones antrópicas en el mundo lo produce la fabricación de cemento, pero en este momento es absolutamente necesario para el desarrollo. La industria cementera es consciente y está trabajando mucho en intentar minimizar esa emisión. Sin embargo, el hormigón (que es el material con el que se hace el cemento) es una fuente de vida, de eliminación de enfermedades y de riesgos para la gente. Con muy poco dinero se hace un pozo, se separan las aguas limpias de las residuales, se controla el flujo del agua y se puede cultivar. La pena es que aquí el cemento es muy barato, pero carísimo en África. A ellos se les vende por kilos y a nosotros por toneladas.
- La ciudadanía no distingue entre cemento y hormigón. ¿Cree que existe confusión?
-Sí, de hecho, se dice: tiene la cara como el cemento armado. No, el cemento no se arma; es el hormigón el que está armado. El hormigón es piedras, arena, cemento y agua. El cemento es el que da las propiedades al hormigón, une los trozos de piedras y le da propiedades mecánicas resistentes y duraderas. Todo el misterio que hay en producir un buen hormigón es tener un buen cemento y mezclarlo con agua.
- El hormigón también forma parte del arte.
-Con el hormigón han experimentado muchos artistas, que por naturaleza son inquietos y pioneros; tienen un nuevo material, experimentan y perfeccionan el valor. Las obras de Chillida, por ejemplo, estaban hechas por él ayudado por un ingeniero que era Fernández Ordóñez. Éste ponía la parte estructural y Chillida la artística.
- El instituto Eduardo Torroja centra la atención en el campo de la construcción y sus materiales. ¿Por dónde pasa el futuro de éstos?
-En el instituto se trabaja en sistemas de ambiente físico, para hacer más impermeables las casas, más insonorizadas, con mejor aislamiento térmico; se trabaja en construcción, en cálculos de ingeniería. En cuanto a los materiales, la tendencia es ir hacia la sostenibilidad, las investigaciones se orientan en producir hormigones con cementos que emitan menos CO2.
