El navegante Cristóbal Colón descubrió América hace cinco siglos y pico, pero ayer fueron los avilesinos -más de 1.300 entre las 15.30 y las 20.00 horas- los que conquistaron la "Cristóbal Colón", una de las cinco fragatas más modernas de la Armada española, pura joya. El "exitazo" alcanzado con la presencia de la superembarcación fue "reconfortante" para todos los que trabajan en su interior. Lo confesó el capitán de corbeta Jorge Lens, el segundo comandante del barco. "Es una recompensa muy grande", añadió. Las visitas continúan hoy de 9.00 a 14.00 y, mañana domingo, de 9.00 a 13.00 horas.

Entre estos avilesinos estuvieron los hermanos Celia y Bruno Alvite. Con ojos enormes celebraron que los abuelos hubieran cumplido su deseo de subir al barco amarrado en la dársena de San Agustín, una parada que se suma a la celebración del quinto centenario del nacimiento de Pedro Menéndez. Pero esto último a Celia y Bruno no fue lo que les llamó la atención. Los dos hermanos querían subirse a un "ovillo" formado por un cabo más alto que ellos mismos. "¿Me subes?", pidió Celia. Pero no le hizo falta ayuda. Para Bruno, sí. En lo alto, reclamaron otra foto más. Y la consiguieron, claro que la consiguieron. La curiosidad de los dos pequeños no fue nada con la que manifestó Ángel Hernández. "Leí en el periódico que venía el barco y me dije que vendría a verlo. Lo que pasa es que me olvidé del día. Me vine a pasear por aquí, por el Niemeyer, y me lo encontré. Así que aquí estoy", señaló el conocido exhostelero. "¡Vaya lío de válvulas que tiene!", exclamó.

Celestino Muñiz y Manuel López Gallinal subieron al barco también por curiosidad. "No tenemos que ver con el mar: yo fui objetor", sonrió Muñiz. "Y yo hice la mili en la Cruz Roja", apostilló Gallinal. Ambos, en el castillo de popa de la "Cristóbal Colón", un espacio que preside un cañonazo de cinco pulgadas de nombre "Trueno". "Así mola meter miedo", escuchó el guía de uno de los grupos que ayer visitó un barco.

El recorrido va del castillo de proa al de popa. Y en el medio, parada en el puente de Gobierno. El alférez de navío Joaquín Garat fue el encargado de descubrir al personal que el barco, siendo uno de los más modernos, también puede navegar como el propio Cristóbal Colón, es decir, "con cartas de navegación y astrolabios". Garat explicó: "Todo lo eléctrico puede fallar", sonrió.

El barco ha recorrido el mundo entero. Estuvo en Australia colaborando con su Armada en ejercicios militares. También en el Mediterráneo occidental, entre Córcega y Marsella, escoltando al portaaviones "Charles de Gaulle", que es el buque insignia de la Armada francesa. "Para eso estamos: vigilamos naves", señaló Jorge Lens. Y lo hacen armados con misiles o con torpedos. Y, sobre todo, con un radar de última generación. Tanto que pocos países echan mano de él. Los veteranos de las COE de Asturias y los de Lepanto también visitaron el navío.

El puente de gobierno tiene dos asientos que presiden las operaciones que se hacen en él. En uno se acomoda el comandante de la nave, Santiago Vila, y en el otro, su segundo, Jorge Lens. Garat fue el que explicó que también es necesario "un caña" (el piloto). No lo fueron ni Celia, ni Bruno, pero les dio un poco igual. Los dos guajes, con los ojos de par en par, confirmaron la sospecha de todos los visitantes: "Mola el barco".