José María Madueño Galán, que es capitán de navío retirado, hizo ayer, en la penúltima charla de las LVIII Jornadas de Historia Marítima, un profuso relato de los viajes, andanzas y descubrimientos de don Pedro Menéndez de Avilés, del que este año se celebra el quinto centenario de su nacimiento. Reclamó la necesidad de que dé nombre a un barco de la Armada, que "comandó en, al menos, diez ocasiones". Y esa petición se llevó el aplauso del personal que escuchó la peripecia del quinto Adelantado de la Florida. "Esta aventura le costó un millón de ducados de su propio bolsillo", señaló. Y es que ir al Nuevo Mundo era negocio de intrépidos. "El rey Felipe II le ayudó con 299 soldados y dando orden de que en Indias pusieran a su disposición 400 infantes y 200 caballos". Así, con estas ventajas, se embarcó hacia el otro lado del mundo. "Un mundo de huracanes, de selvas impracticables". A todo esto había que añadir "los piratas franceses" que pisaban los talones de los españoles. Madueño utilizó tres adjetivos para referirse a lo mismo: "piratas", "hugonetes" y "franceses".

El capitán de navío Madueño explicó que la expedición de Menéndez llegó a Puerto Rico habiendo dejado atrás al avilesino Esteban de las Alas. Desde el cabo Cañaveral ascendió la costa de la península de la Florida. "Hasta dar con un puerto bueno", señaló el conferenciante. Ese puerto fue donde levantó el fuerte de San Agustín, la primera ciudad occidental en los actuales Estados Unidos. Pero el navegante no paró quieto. "Tras un consejo de guerra, decidió ir detrás de los piratas franceses que se habían situado en Fort Caroline", contó. "Sus hombres le dijeron que era una temeridad, pero decidió seguir", añadió Madueño. "La dureza que mostró contra los piratas contrasta con la blandura con que se relacionó con los caciques indígenas", apuntó Madueño.

Los "piratas" que pasó a cuchillo Menéndez los contó Madueño por cientos. "Salvó a las mujeres, a los niños menores de 15 años y a los que se declararon católicos", apuntó. Esta aplicación de Menéndez a los degollamientos no fue exclusiva. "En 1568, en ausencia de Menéndez, los franceses mataron a una guarnición entera de españoles". Madueño explicó que Menéndez y sus hombres vivieron en la frontera de la vida y la muerte: "Había falta de víveres, los motines eran constantes, los hombres querían cobrar. Comenzaron las deserciones, los jesuitas abandonaron la zona...", justificó. Pese a todos azares, indicó Madueño, el avilesino "es el responsable de la fortificación de La Habana, inventó los galeoncete (un tipo de barco), y la formación de escolta en el mar", concluyó.

El historiador y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA Román Antonio Álvarez tomó el relevo a Madueño para contar la historia del hermanamiento de Avilés y San Agustín, que empezó en los años veinte del pasado siglo. Aquellos actos fueron recogidos en la película "Avilés, 1924".