La tercera sesión del juicio del conocido como "caso Niemeyer" que analiza la posible malversación continuada de fondos y el delito societario en la gestión del centro cultural avilesino tuvo como protagonistas a la exmujer de Natalio Grueso, exdirector general del Niemeyer, y al agente de viajes que gestionaba todos los traslados de la Fundación.

Judit Pereiro, exmujer de Grueso, concluyó su declaración -iniciada ayer- en los mismos términos en los que ya se había manifestado. Es decir: toda la gestión de viajes la hacía su exmarido, ella prestó una colaboración muy amplia tanto a la Fundación Príncipe de Asturias como a la Fundación Niemeyer -en los distintos momentos de trabajo de Grueso- sin contraprestación alguna, ni esperando un contrato laboral que nunca tuvo. "A veces las personas podemos hacer cosas sin esperar nada a cambio. Colaboré primero en la Fundación Princesa de Asturias y con la Fundación del Niemeyer porque creí y creo que es un proyecto bueno para Asturias. Promocionar esta región por el mundo era un honor para mí", aseguró.

Pese a confirmar que esa voluntaria colaboración le llevó a ver reducido su sueldo en una consultora porque tuvo que reducir la dedicación laboral, la imputada insistió en que era tal "la satisfacción que me generaba, que me lo compensa todo".

Pereiro, a quien el fiscal exprimió con preguntas sobre muchos de los viajes que realizó con su esposo pero en los que nunca aparecía registrada -su nombre era sustituido por los de otros trabajadores de la Fundación-, aseguró que todos los viajes eran necesarios como forma de lograr "una red de contactos por todo el mundo. Entiendo que la gente se pregunte: ¿Y ésta allí, a qué va? Pues lo que hacíamos era establecer contactos; vas a conseguir una relación de confianza con personas que luego te puedan ayudar a hacer otras cosas al servicio de la Fundación". El fiscal también insistió para que explicara "qué valor añadido aportaba" su presencia en todas esas reuniones internacionales. Pereiro relató que lo mismo hacía de traductora que daba apoyo en la promoción a Natalio Grueso porque se conocía al detalle el proyecto, o establecía relaciones de confianza con las personas del entorno de la personalidad a la que iban a ver, por ejemplo las mujeres o hijos de algún personaje famoso. Un trabajo que insistió que también hacía en Asturias para la Fundación Niemeyer "y todo el mundo lo sabía -en referencia a los patronos- porque me preguntaba cómo había ido tal o cual reunión".

En la segunda parte de la sesión de hoy del juicio tocó el turno de interrogar a otro de los imputados, José María Vigil, exagente de viajes y la persona que gestionaba para la Fundación todo lo relativo a viajes, traslados o estancias. Está acusado de un delito continuado de malversación, además de otro de estafa, y la fiscalía pide para él ocho años de cárcel. Vigil no asumió en ningún momento una intención de fraude o un ánimo de encubrimiento en el "desbarajuste" contable -así lo calificó. que se detectó en el Niemeyer. Vigil se refirió a que podría haber habido "errores, pero no facturaciones indebidas realizada "intencionadamente".

Cuando el fiscal le preguntó por unas facturas de vajes a la carrera de Silverston que realizó él mismo y varios familiares, que acabaron apareciendo en cargos a la Fundación Niemeyer, José María Vigil aseguró que "no tengo explicación posible". El agente de viajes, que reconoció una larga relación con Natalio Grueso y su mujer "sin que hayan estado nunca cenando en mi casa", aunque sí compartieron algún viaje, admitió que "cada dos por tres" le insistía a Natalio Grueso sobre la abultada cuenta de facturas sin abonar que se iban acumulando. También reconoció que esa situación, que iba complicando la gestión de la cuenta de la Fundación Niemeyer en la agencia de viajes de El Corte Inglés, acabó generando que él hiciera algunos movimientos internos para poder seguir atendiendo las necesidades de servicios del personal del Niemeyer. Reconoció que hubo facturaciones que "confeccioné al margen de la factura oficial, fuera del protocolo, y no informé" a los superiores de la empresa en Madrid.

José María Vigil -que incurrió en alguna contradicción durante el interrogatorio- también quiso ser contundente cuando aseguró que "todo lo que se facturaba se había hecho". "No hay una sola nota de abono que no sea real, no hay ni una sola factura que no sea real", insistió Vigil, pese a reconocer que se habían deslizado algunos errores a los que quitó importancia entre el enorme volumen de servicios ofrecidos en esos años a Natalio Grueso.

El juicio del "caso Niemeyer" seguirá el próximo lunes con la continuación del interrogatorio a Vigil y, a continuación se podrá oir la versión del que fuera secretario de la Fundación Niemeyer, José Luis Rebollo. Rebollo ejerce su propia defensa en el caso.