"Desde edad temprana ya sabía que quería ser maestro", aseguró ayer José Ramón Prado, psicopedagogo del equipo de orientación educativa de Oviedo y uno de los casi 400 docentes y no docentes asturianos a los que en el último año les ha tocado bajarse de la tarima y abandonar el colegio o instituto para dedicarse a otros menesteres. Algunos de ellos acudieron ayer al centro Niemeyer, donde la Consejería de Educación les había preparado un homenaje y un reconocimiento a su labor de décadas.

"Queremos poner en valor y agradecer la labor de tantos años en un contexto, además, apropiado porque está en marcha la campaña para la dignificación de la profesión docente. Creemos que la sociedad debe ser consciente del papel del docente y tiene que mirar en la misma dirección y no en la contraria ya que los beneficiarios son los alumnos, aquellos en los que depositamos en manos del profesor, y por eso importante que las familias colaboren y respeten al profesorado porque ejercen una labor muy importante", afirmó Genaro Alonso, consejero de Educación del Principado de Asturias. En total, se han jubilado 349 maestros y profesores y otras 46 personas no docentes -personal de administración y otros servicios-.

El caso de José Ramón Prado no es único. Él quería ser maestro desde pequeño porque es lo que vio en casa: su padre también lo era. "Desde los tres años ya estaba en la escuela y empecé a respirar el ambientillo de la enseñanza", aseguró. Aunque la vida le llevó por otros derroteros, al final la enseñanza le captó. Recordó algunos cambios educativos, como el paso de las aulas con un elevado número de alumnos y, además, de diferentes edades a las actuales; del paso del tortazo al diálogo o la llegada de la Educación Especial y el resto de especialistas.

José Ramón Fernández, del colegio público Verdeamor de Tineo, salió al escenario como representante de los jubilados, le puso humor a sus recuerdos y tiró de verso para contar sus aventuras y desventuras como profesor y director del centro tinetense, al que llegó con 30 años. Mientras tanto, Ana Isabel Álvarez, profesora de Educación Secundaria del instituto Rey Pelayo de Cangas de Onís, reivindicó el importante papel educativo que juegan las actividades extraescolares y complementarias. "Como maestra y profesora de Secundaria siempre he tratado de encontrar la palabra precisa y, en este caso, la que mejor lo condensa es la palabra satisfacción. Satisfacción por la suerte que he tenido de ejercer el trabajo que elegí y de hacerlo sin trabas y con alegrías", aseguró la docente.

Un cuarteto de cuerda le puso la nota musical a un acto que culminó, a buen seguro, con intercambio de miles de anécdotas.