La cuarta sesión del juicio por el caso Niemeyer sirvió para escuchar las explicaciones de José Luis Rebollo, abogado y exsecretario de la Fundación, que está acusado por la fiscalía como cooperador necesario en un delito societario continuado, por lo que se piden para él dos años y tres meses de cárcel. La tesis de la fiscalía es que en algún caso por acción y en muchas por omisión, el exsecretario favoreció que la Fundación Niemeyer entrara en quiebra y que se produjera un quebranto importante en el patrimonio público.

Nada eso reconoció el imputado, que se sometió durante casi cuatro horas a las preguntas del fiscal. Un interrogatorio que aún no ha concluido y que seguirá mañana. De las contestaciones de José Luis Rebollo queda claro el interés del imputado por reforzar la idea de que sólo fue consciente de los problemas en la gestión de cuentas de la Fundación desde mediados de 2011 -pese a que estos se arrastraban desde el 2007- porque su labor no era la de estar sobre las cuentas sino estar al tanto de todo el entramado documental y normativo de la Fundación. "En el detalle de la facturación yo no me metía; mi preocupación era el cumplimiento normativo de la Fundación Niemeyer", sostuvo Rebollo en varias ocasiones. Eso le llevó a tener que dar explicaciones sobre el hecho de que "la contabilidad se llevaba en mi despacho, que es un despacho colectivo, pero no la llevaba yo".

Rebollo, que ha apelado en varias oportunidades a que "siempre me he conducido en la vida con un gran compromiso ético", tuvo que explicar por qué ha quedado registro y cargo en la Fundación Niemeyer de un viaje suyo y de su exmujer a Barcelona, para ver a la artista María Pagés en el Liceo. Rebollo manifestó que él tenía que ir con Natalio Grueso para que Pagés firmara un contrato con la Fundación Niemeyer y el propio Grueso llamó a su mujer para invitarla a ir al Liceo y celebrar así su cumpleaños. Rebollo aseguró que "me preocupé de llamar a la agencia de viajes para advertir que el cargo de mi mujer lo pagaría yo, como así hice. Sin embargo he encontrado esa factura en los cargos del Niemeyer y yo estoy seguro de haberla pagado, así que o se incluyó mal o se facturó dos veces", sostiene Rebollo. El exsecretario del Niemeyer admite que nunca le preguntó a Grueso por esas facturas vinculadas a familiares o colaboradores "porque yo de todo eso no sabía nada; lo supe más tarde", dijo.

En su declaración José Luis Rebollo no cargó culpas contra Natalio Grueso ni contra nadie concreto por la situación que llevó a la quiebra del Niemeyer. Sí que habló del descontrol contable que se encontró su compañero de despacho cuando se hizo cargo de esa gestión de la contabilidad, y también relató que él percibió igualmente "una desorganización importante en Viajes El Corte Inglés". Al fiscal eso le llamó tanto la atención que hubo de repreguntar: "¿Le llamó la atención la desorganización de la agencia y no la percibía en la Fundación Niemeyer?". Rebollo reconoció que "en ese momento no la percibí; más tarde sí".

En su intento de dejar claros sus desvelos por reconducir la situación de la Fundación Niemeyer una vez que es consciente del descuadre de cuentas que existía, Rebollo contó en la sala de la vista oral que fueron innumerables las ocasiones en las que planteó a los patronos y al Principado que la Fundación necesitaba una comisión ejecutiva que controlara los temas económicos al detalle. "Hubo momentos en que puse toda la carne en el asador para que existiera una comisión ejecutiva. Creo que es el mayor error que hubo en materia de gestión. Si se hubiera creado un órgano intermedio entre la dirección general y los patronos las cosas hubieran funcionado de manera diferente", valoró Rebollo. En otro momento de la declaración admitió que la presidenta del Patronato, la consejera de Cultura Mercedes Álvarez entonces, se negó durante años a la rendición de cuentas de la Fundación Niemeyer ante la Sindicatura de Cuentas, que les hizo varios requerimientos. "Yo siempre fui partidario de esa fiscalización y así se lo hacía ver. Pero la presidenta seguía la indicación del Principado de que no se autorizara esa revisión. Yo les dije que era una barbaridad, que las cosas no se hacían así, que había que dejar que se hiciera esa fiscalización".

Rebollo ratificó con sus declaraciones algunas de las cuestiones ya planteadas por Natalio Grueso en su intervención de la semana pasada. Como por ejemplo, que el Patronato de la Fundación se reunía de cuando en cuando, que nadie buscaba explicaciones exhaustas sobre nada -"alguna vez me quedé solo cuando estaba dando cuenta del informe-, contó Rebollo", y también que había problemas de tesorería por el ingreso tardío de las aportaciones de los patronos. También fue contundente el exsecretario al valorar que si bien durante años hubo errores y desbarajustes de cargos y facturas, con las inauguraciones de la cúpula y el centro del Niemeyer esos gastos se dispararon. Y ahí no se mostró nada clemente con el Ayuntamiento de Avilés. Vinculó que se organizaran varias inauguraciones a las necesidades de los políticos derivadas de las elecciones. "Le dije a Natalio que no había ni un duro para organizar la inauguración de la cúpula del Niemeyer, que era algo no previsto, y me dijo que era una petición de la Alcaldía de Avilés y que lo iban a pagar ellos. Pagaron una parte, pero provocaron un desfase muy importante en las cuentas porque eso no se hizo por menos de 300.000 euros. Y eso se repitió con la inauguración oficial. El Ayuntamiento pagó poco, de forma chapucera, a última hora y comportándose de forma impresentable", describió el que fuera exsecretario de la Fundación.

Finalmente, también Rebollo hizo un alegato sobre que su vinculación a la Fundación Niemeyer nunca estuvo motivada por un interés económico, y lo que hubo fue mucha colaboración "romántica, que tenía que ver con un proyecto bonito, ilusionante, que me hizo incluso desatender mi trabajo normal".

La jornada de hoy en la Audiencia Provincial también sirvió para que se completar el interrogatorio de José María Vigil, exagente de viajes de El Corte Inglés que según el fiscal se habría aprovechado del descontrol existente en la Fundación Niemeyer para su propio beneficio. Vigil reconoció que fue tras contratar la Fundación Niemeyer los servicios contables del despacho de José Luis Rebollo cuando se encontró por primera vez con un contable "que tenía mucho interés en ordenar el desbarajuste contable que había". Vigil también valoró que había interés de la Agencia de Viajes El Corte Inglés por mantener como cliente a la Fundación Niemeyer, pese a los problemas de pagos que arrastraba, porque "posiblemente no hubiera ningún cliente tan bueno en Asturias. Sólo en cinco años facturó 2,3 millones".

La vista oral del juicio sigue mañana con la continuación del interrogatorio a Rebollo y si da tiempo también se interrogará a Marc Martí, exjefe de producción del Niemeyer. El juicio ya está superando todas las previsiones de programación que había y el tribunal da por supuesto que se tendrá que alargar hasta julio.