"No solo con talento se es bueno en la música, sino, sobre todo, con trabajo, trabajo y trabajo", aseguró ayer el pianista y director de orquesta Óliver Díaz ante un grupo de alumnos del Conservatorio "Julián Orbón" durante un encuentro organizado con motivo del cierre de la III Semana Cultural. Díaz fue "entrevistado" por Iván Cuervo, director como él y que lleva la batuta de la Orquesta Sinfónica "Ciudad de Avilés", e hizo un repaso por su vida y cómo llegó a ser lo que es: responsable musical del Teatro de la Zarzuela de Madrid, entre otros cargos.

Óliver Díaz recomendó a aquellos que quieran dedicarse durante años a la música a adquirir hábitos y recomendó que desde edades tempranas -7 u 8 años- es importante estudiar unas dos horas diarias. "El músico tiene algo de deportistas de élite. Con 8, 9, 13 años tenemos facilidad para adquirir técnicas y luego ya, con más edad, el cuerpo deja de ser tan flexible y da paso a la técnica adquirida. Yo lo entendí cuando fui a Estados Unidos y Rusia. Allí echan bastantes horas al estudio desde pequeños y eso hace mucho con el paso del tiempo", reconoció el director.

A Óliver Díaz la música ya llegó a su vida cuando era muy pequeño ya que sus padres eran aficionados al arte. Con apenas 9 años ya tocaba en el grupo de su padre, en algunas bodas, algo que hoy "sería inviable". "Un día tocamos en la sala Acapulco (Gijón) y tuve que tocar detrás de la cortina porque si venía algún inspector y me veía, cerraban el local", aseguró entre risas. Además del piano, Díaz sabe de saxo y con ese instrumento tocó en varias formaciones, como una "big band" en Gijón, donde se dan otros estilos diferentes al más clásico. "Todo ese lenguaje me ha dado muchísimo ,por eso es importante que disfrutéis de todo; tocar jazz, lo que queráis... Estar en contacto con la música, con todos los lenguajes, es muy bueno", reconoció.

Óliver Díaz explicó a los alumnos del Conservatorio que su relación con la dirección de orquestas empezó "casi sin querer". "Esto es trabajo y talento pero también tener un poco de suerte y yo considero que la he tenido. He dado con la gente adecuada que me ha ayudado mucho, como Julian Martin (pianista). Él fue el que me habló de la dirección, algo que nunca me había planteado", aseguró el director.

Y así fue como decidió abandonar la docencia en la escuela de música de Candás e irse a Estados Unidos. "No me gustaba dar clase, o cómo se daban entonces; aquello parecía más una guardería. Un día empecé a pensar 'no aguanto más' y escribí a la embajada americana para preguntar por universidades y me dieron un listado de aquellas que tenían piano, composición y dirección de orquesta". Allí curso estudios en el Peabody Conservatory of the John Hopkins University y fue premiado con la beca "Bruno Walter" de dirección de orquesta para estudiar en la Julliard School of Music de Nueva York. A su vuelta dirigió, entre otras, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, la del Gran Teatro del Liceu o la de Radio Televisión Española.