El joven Adrián Paz Díaz dejó ayer la vida en un choque brutal en la recta de Vegarrozadas (Castrillón). De madrugada, y en un tramo limitado a 50 kilómetros por hora, invadió a gran velocidad el carril contrario cuando se dirigía a Piedras Blancas en su Renault Megane. Chocó de frente contra el Hyundai Tucson en el que el castrillonense Francisco Sampedro, de 44 años, se desplazaba a su puesto de trabajo en Pravia. El accidente se produjo a las 4.45 horas.

El impacto fue enorme. Paz, camarero de 22 años de origen cubano y vecino de Piedras Blancas, falleció en el acto. Sampedro, vecino de la misma localidad, tuvo que ser excarcelado y derivado al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) con politraumatismo. La Policía Local investiga las causas del fatal accidente y las primeras hipótesis apuntan a un exceso de velocidad y a la posible merma de facultades del conductor fallecido por la ingesta de alcohol.

La trágica noticia corrió como la pólvora por la capital castrillonense, donde los dos implicados son conocidos. Adrián Paz trabajaba desde hacía dos años en la sidrería Casa Pablo de Piedras Blancas. El joven y Pablo Pinto, propietario de la sidrería, abandonaron el jueves el local sobre las doce y media de la noche. "Me despedí de él en la puerta de la sidrería, le dije que iba para casa y él me contestó que también", señaló Pinto. Cuatro horas después, el Renault Megane Sport RS que conducía Adrián Paz invadió el carril contrario y se empotró de frente contra el 4x4 de Francisco, Kiko, Sampedro, que se dirigía a la empresa praviana Linpac Packaging (antigua Terpla) en la que desde hace años está en la sección de producción.

Francisco Sampedro, casado y con un hijo y una hija, reside en Piedras Blancas y pertenece a una conocida familia de Santiago del Monte. Es primo hermano del concejal de Foro en Castrillón, Víctor Fernández Sampedro. Al cierre de esta edición, se encontraba estable dentro de la gravedad en el HUCA. Su rescate fue laborioso ya que el todoterreno quedó destrozado por el brutal impacto entre ambos vehículos.

La capilla ardiente de Adrián Paz fue instalada en la sala número 6 del tanatorio avilesino, donde a lo largo de todo el día se sucedieron las muestras de cariño hacia el joven que llegó a España hace años con su madre, Elsa Díaz, que trabaja en el Hospital San Agustín. Precisamente a este centro sanitario tuvo que ser trasladada la mujer por la tarde desde el velatorio debido al impacto emocional causado por la pérdida. "Un golpe así es difícil de asimilar, y más si eres la madre", señalaba la madre de la novia de Adrián Paz, sentada en la sala del tanatorio junto a su hija, llorosa, con el móvil en la mano, la mirada perdida y abrumada por las condolencias.

"Era un chico estupendo, muy conocido y querido en Piedras Blancas", añadía la mujer, ayer doblemente afligida: por la pérdida del joven Adrián Paz y por el sufrimiento que embargaba a su hija Zaira.

"Toda muerte es muy dolorosa, pero cuando se trata de una persona tan joven y se produce repentinamente en un accidente, impacta mucho más", apuntaba uno de los amigos del camarero, minutos antes de plasmar unas frases en el libro de condolencias, que aparecía lleno de mensajes en un tono muy cariñoso. Los textos reflejaban el carácter afable de quien perdió la vida en la carretera a los 22 años. "No te olvidaremos nunca, morenito", decía uno de ellos. El funeral por Adrián Paz Díaz tendrá lugar a las 19.00 horas de hoy en la iglesia de Piedras Blancas.

"Adrián era un chaval serio, responsable, amable y muy querido por los clientes", señaló ayer Pablo Pinto, propietario de la sidrería Casa Pablo de Piedras Blancas, en la que el joven fallecido trabajaba desde hacía dos años, cuando se abrió el establecimiento. "El jueves cerramos los dos juntos la sidrería, sería sobre las doce y media de la noche. Nos despedimos yo me fui para casa y el me dijo que también se iba para su casa", explicó consternado. Adrián Paz vivía en Piedras Blancas desde que comenzó a trabajar en Casa Pablo. Antes, había residido en Avilés junto a su madre, con la que llegó de Cuba siendo un niño.

El propietario de la sidrería puso un cartel en el exterior del local con la inscripción "Cerrado por defunción" y no subió la persiana durante todo el día. El resto de los empleados no se explicaban lo que podía haber pasado para que ocurriera un impacto tan brutal en plena recta de Vegarrozadas. "Como compañero, no lo había mejor", aseguraron Edson Jiménez, Benjamín Lojo y David Inclán, antes de abandonar el local. "Hasta después del funeral no volvemos a abrir", dijeron.

"Su familia estará hecha polvo. Aquí sólo vive su madre, el resto de la familia está en Cuba, un hermano algo mayor que él, su padre y sus abuelos. Es un palo muy grande", aseguraron los compañeros de Adrián Paz. Yoel Lázaro era un buen amigo del joven fallecido. "Nos conocíamos desde hace muchos años. Él entonces vivía en Avilés, pero venía mucho a Piedras Blancas", señaló Lázaro, camarero en el bar Casa Adolfo, en la localidad castrillonense de El Llordal.

"Adrián estaba presente siempre que los amigos lo necesitábamos, tanto para lo bueno como cuando teníamos problemas, siempre estaba ahí. Solíamos quedar los sábados después de salir de trabajar para ir tomar algo, casi siempre por Piedras Blancas. Es tremendo, todavía no me lo puedo creer", manifestó Lázaro. El luto era total ayer en Piedras Blancas.