Alfredo Cueto Fernández, el cura de Santa Teresa hasta el pasado mes de junio, falleció ayer pasadas las 15.15 horas en Gijón, donde vivía desde hacía un par de años. Compartía domicilio con su hermana María Sela, que es superiora de la orden de las Hermanas de la Caridad, que atienden la Cocina Económica en la mayor ciudad de Asturias.

Cueto dirigió la parroquia del Pozón durante cuarenta y cinco años. Hace un par, cayó gravemente enfermo y tuvo que dejar la iglesia. "Nunca dejó de estar atendida por el Arciprestazgo. En las cosas importantes, siempre le llamábamos para que decidiese él", explicó ayer Vicente Pañeda, el actual arcipreste de Avilés y, durante algo más de una década, compañero fraternal de Cueto. Y es que las dos parroquias están separadas por apenas unos metros.

Había nacido en Tuilla, en Langreo, en cuya parroquia de Nuestra Señora del Amparo esta tarde (17.00 horas) se oficiará un funeral de cuerpo presente. Luego sus restos mortales se trasladarán al camposanto eclesial.

Cueto mantuvo una relación de amistad con el cura del sagrado Corazón Gaspar García Laviana, uno de los héroes de la Revolución Sandinista. El expárroco del Pozón se ordenó a los veintiséis años. Había nacido en la localidad minera langreana en 1940, en los años más terribles de la posguerra. La devoción de Cueto por García Laviana fue eterna. Al poco de la muerte del guerrillero (en 1978) celebró en El Pozón, en su iglesia de toda la vida, un funeral por el "amigo de la infancia". Dijo entonces: "Fuimos juntos a la escuela, somos nativos del mismo pueblo y cantamos la primera misa en la misma parroquia el mismo año, mes y semana",

Los amigos le recuerdan rendido al barrio y también como un jugador de bolos de prestigio. Su presencia en la bolera de Llaranes era continua. Una complicación en el organismo acabó con sus días en el mundo.