Los artífices de la Semana Santa avilesina son inconformistas por naturaleza, siempre empeñados en subir otro peldaño de calidad en la escalera que conduce a la excelencia. Sin quebrar el sagrado principio de respetar la tradición, las cofradías de Jesusín de Galiana y Nuestra Señora de los Dolores -protagonistas ayer junto a la de San Juan Evangelista de la procesión del Santo Encuentro- dieron un golpe de efecto al poner en escena una banda de gaitas y trompetas y al introducir como novedad la interpretación (instrumental) de una saeta en el momento de llamar a la Virgen para que acuda al encuentro de su Hijo (Jesusín de Galiana).

La canción elegida para poner los pelos de punta al gentío congregado en El Parche fue "La saeta", basada en un poema original de Antonio Machado, popularizada por Joan Manuel Serrat y rebautizada por el gran público como "El Cristo del madero": "¡No puedo cantar, ni quiero / a ese Jesús del madero, / sino al que anduvo en el mar!"

El guiño andaluz tuvo su secuela en las palabras del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, lector ayer del Sermón del Encuentro. El responsable de la diócesis asturiana comenzó su alocución -correspondida con una salva de aplausos- con estas palabras: "Una procesión es como una saeta popular que convida a todos a adentrarse en el misterio más hondo de nuestra fe. Una procesión es saeta que no se canta, sino que se escenifica con piedad y se lanza como una flecha que quiere conmover el corazón de los creyentes".

Sanz Montes atendió a lo divino pero no descuidó lo terrenal y en un momento del sermón reparó en las pancartas amarillas que tenía frente a sus ojos, las colgadas en el Ayuntamiento que rezan: "Alcoa no se cierra". El Arzobispo se salió del guión previsto y expresó la solidaridad de los cristianos con "esas familias que sufren por la incertidumbre laboral". Luego siguió la procesión, multitudinaria, emotiva, con destacada presencia juvenil. Un Miércoles Santo para enmarcar.