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Alivio tras una vida junto al ruido

Eduardo Baña y Carmina Espasandín, que viven en Fafilán desde 1974, aplauden la instalación de paneles en la autopista "Y"

Carmina Espasandín y Eduardo Baña, en su casa de Fafilán. JULIÁN RUS

Eduardo Baña y Carmina Espasandín son los "franceses" de Fafilán pese a que tienen acento y origen gallego. Llegaron a Trasona desde Normandía en 1974 cuando la autopista "Y" estaba aún en obras. Se inauguró dos años más tarde, el 13 de febrero de 1976 y, desde entonces, este matrimonio ha sufrido las consecuencias de los ruidos generados por el vial. Tras el anuncio del Ministerio de Fomento de que se acometerán obras contra la contaminación acústica, ambos esbozan una sonrisa.

"Hasta que no vea la obra, no lo creo", señala Baña, de 81 años y natural de Zas de Carreira, en La Coruña. La familia viajó hasta la comarca avilesina porque Eduardo Baña había encontrado un trabajo en Enfersa, la antigua Fertiberia, gracias a las gestiones de su hermano José. Antes, en Francia, se había dedicado a la construcción y a ser chófer, principalmente, y Espasandín limpiaba casas y se encargaba de los hijos. "Vinimos aquí por trabajo y porque no queríamos vivir en Francia toda la vida, estuvimos ochos años", apunta Espasandín. El matrimonio tiene tres hijos y dos nietos. Ninguno de sus hijos nació en Asturias. "La gente pensaba que veníamos cargados de perras por venir de Francia, pero como muchos, veníamos a trabajar, nada más", destaca Baña.

"Cuando llegamos a vivir a Fafilán había silencio, tranquilidad y había casas en los terrenos que hoy ocupa la autopista", explica Espasandín, de 80 años y natural de Villar, también en La Coruña. Ambos entienden que una renovación del firme bastaría para mitigar el impacto de los ruidos. "Las pantallas no las veo, sería mejor que pusieran árboles en vez de placas, quedaría todo más verde", apunta Espasandín, que asegura que tanto ella como Baña "hablan alto" por culpa del ruido. "Estamos acostumbrados a gritar...", señala. Y dicen más: "Quizá hayamos perdido un poco de audición". Por desgracia, comentan, el paso del tiempo les ha obligado a acostumbrarse al constante paso de vehículos. "Hoy -por ayer- casi no hay tráfico", dice Baña. Aún así, el ruido es permanente.

La vivienda del matrimonio está situada a cien metros de la autopista "Y". Pese a esa distancia, duermen plácidamente. "Tenemos la habitación para el lado contrario al de la autopista y con doble ventana, pero como todo, te acabas acostumbrando", continúa la mujer.

Las pantallas, según Baña, van a provocar que los coches "estén metidos en un cajón" cuando circulen por la autopista. "Se perderá visibilidad en la carretera, y espero que los ruidos vayan a menos", señala. Por eso, insisten en que la plantación de árboles en ambos márgenes del vial sería "mejor para el entorno".

La pareja y sus hijos compraron una casa de planta baja en 1969 y se trasladaron a ella en 1974. "Queríamos una casina de campo y aquí nos quedaremos para siempre", afirman casi al unísono y rememorando aquellos tiempos en los que "solo había un barrizal y poco más". " Años después, el matrimonio decidió levantar un piso más y tuvo que solicitar permiso a Obras públicas.

La actuación que intentará mitigar la contaminación acústica cuenta con un presupuesto de 2,6 millones de euros. Por el momento, el proyecto que marcará el desarrollo de la obra ha de estar presentado por el Ministerio de Fomento el próximo otoño. Después, el Estado abrirá un concurso para ejecutar la actuación a partir de 2020. "Esta es una zona formidable para vivir, lo que nos fastidia es el ruido. Espero que acabe pronto", apunta Espasandín.

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