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JUAN MAYORGA | Dramaturgo, director de escena y académico de la Lengua

"Somos personajes en los relatos que hacen los demás de nosotros"

"Tengo dudas sobre mi capacidad como dramaturgo y muchas más como director de escena, pero seguiré insistiendo en ambas cosas"

Juan Mayorga, en una pasada estancia en Avilés. M. VILLAMUZA

Juan Mayorga (Madrid, 1965) es el teatrero mayor del Reino, aunque sólo sea porque tiene cinco premios "Max", un "Valle", dos Nacionales -el de Literatura Dramática y el de Teatro- y hasta el "Europa". Le queda el "Princesa de Asturias", pero no tardará. Esta semana es la suya en Asturias: el Palacio Valdés acoge el viernes (20.15 horas) la representación de "El mago" y, al día siguiente, será el club del Niemeyer (20.30 horas) el que acoja otro de sus espectáculos señeros: "Intensamente azules", con el actor César Sarachu todo majestuoso. Es autor de los dos montajes y también los dirige. Se inició en esto último, en la dirección, en Avilés, en Los Canapés, hace ya ocho años, cuando presentó en el barrio de Versalles "La lengua en pedazos", el texto con el que, al final, terminaría ganando el Premio Nacional de Literatura Dramática. Cosa fina. Pero esto sólo es el principio: el próximo día 19 de mayo será académico de la Española fetén (hace un año, más o menos, que le nombraron, pero aún tiene que leer su discurso de entrada; hablará del silencio, que no deja de ser un oxímoron).

Mayorga atiende la llamada telefónica de LA NUEVA ESPAÑA sentado en el banco de un parque de Amposta, en Tarragona; en un rato su hija, "la pequeña", sale a la cancha con el Estudiantes. Mayorga anota triples como si nada.

- Me llamó la atención eso que dice la esposa en "El mago": "Hay mucha realidad aquí".

-Lo cierto es que la tensión entre la realidad y el deseo es un asunto de mis obras desde hace tiempo. Salía, por ejemplo, en "El jardín quemado", que es una de mis obras más desconocidas. La realidad tensa mi relación con el teatro. Lo que me parece que le pasa a Nadia, la mujer de "El mago", cuando dice eso de que hay demasiada realidad es que está cansada de la idea que tienen de ella todos los que la rodean. Está cansada de cómo la miran. A menudo los demás nos asignan un personaje que tenemos que defender. Y cuando digo personaje, me refiero a unos deseos que debemos tener, a unos límites en que nos tenemos que mover. La realidad que le pesa a la mujer es aquella de los hechos del mundo porque está amarrada a la cabeza de cuantos la rodean. Lo que no entiende es que somos personajes en los relatos que hacen los demás de nosotros, de ahí que vea demasiada realidad.

- Eso se lleva a las últimas consecuencias en "Intensamente azules".

-En esta obra el personaje parte de algo muy elemental: ponerse unas gafas de natación en lugar de las suyas, que están rotas. Eso contribuye a transformar el mundo. De algún modo asume el ridículo, acepta pagar el precio que le imponen los demás. La transformación que experimenta con sus nuevas gafas es real. Desafío a cualquiera a que se ponga las gafas de natación fuera de contexto. Los demás se revelan, con uve, se manifiestan de un modo distinto.

- Las dos funciones de Avilés tienen mucho que ver con "El chico de la última fila".

-Hace bien en vincularlas. Estoy de acuerdo con usted. Se da la circunstancia de que las tres obras se pueden ver al mismo tiempo. Andrés Lima dirige "El chico" en la sala Beckett, en Barcelona, y las otras están de gira. Pero hay más: el otro día pude ver "El chico de la última fila" en el Piccolo Teatro de Milán y un nuevo montaje se va a presentar en Belgrado, en Serbia. Un alumno de la Escuela de Arte Dramático. Ya digo: hace bien al vincularlas. Las tres obras hablan sobre el lenguaje, sobre la capacidad de crear la realidad a través de las palabras. Y también habla de la transformación de esa realidad. En "El chico de la última fila" no queda claro si el alumno escribe la verdad o sólo es fantasía. No sabemos si la obra que tenemos delante es certeza o una creación desde la nada. En eso "El mago" tiene mucho que ver. ¿El relato de la mujer es real o acaso lo está creando a medida que se reencuentra con la familia? No lo sabemos. Lo único que sabemos es que hay un relato. Pasa igual con "Intensamente azules": ¿Sólo por ponerse las gafas se va a ver con el Rey?

- "Intensamente azules", ¿no iba a ser un cuento?

-Todo lo miro desde el punto de vista del teatro. Las tres obras de que venimos hablando nacen, además, de mi propia experiencia, se me hacen reconocibles en mi propia biografía. Un día me ocurrió lo que le ocurre al personaje de "Intensamente azules": se me rompieron las gafas de lejos y me puse las de natación. Así fue cómo empecé a fantasear. Cuando terminé el texto me di cuenta de que tenía oralidad, de que cada palabra ambicionaba ser dicha ante la asamblea. Se lo pasé a mi heroico editor y dijo que veía un álbum ilustrado. Se lo dio a Daniel Montero Galán y lo publicó. Pero el texto seguía pidiendo cuerpo. Llamé a César Sarachu, que es un poeta de la escena. Y así estamos.

- ¿Ya podemos decir que no es un director eventual?

-Tengo dudas sobre mi capacidad como dramaturgo y muchas más como director de escena, pero seguiré insistiendo en ello. En uno y en otro campo veo que la tensión que encuentro me produce gozo. Lo empecé a sentir allí, en Avilés, cuando "La lengua en pedazos". Después vinieron cuatro espectáculos más. No descarto que pueda encerrarme en una sala con actores para levantar un montaje, pero ahora me quiero dedicar a la reflexión, al estudio y a la escritura.

- Usted y José Luis Gómez son los únicos teatreros de la Real Academia. ¿Se van a sentir solos?

-Es cierto que los dos somos los dos únicos profesionales de esto, pero existen otros miembros de la Academia que respetan como nosotros el hecho teatral. Sin ir más lejos, los que firmaron mi candidatura: Luis Mateo Díaz, Luis María Anson y José Manuel Sánchez Ron. No nos vamos a sentir solos. No los conocía y en este tiempo he descubierto gentes muy sabias y muy respetables.

- Nunca para.

-Tengo en la cabeza el montaje de "Los yugoslavos" y tengo otras ideas sobre "El arte de la entrevista", que se montó por primera vez en Avilés hace algunos años. Estoy además con dos textos: "La gran cacería" y "La colección"; son obras que me hacen estudiar, escribir y pensar.

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