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El cura de Cancienes prohíbe aparcar junto a la iglesia tras recibir amenazas

"¡Te voy a arrancar la cabeza!", le gritó un conductor al párroco porque otro coche le impedía salir | El juez impone una multa y alejamiento al increpador

El portón que cierra el recinto religioso de Cancienes. RICARDO SOLÍS

El recinto de la iglesia de Cancienes está cerrado por un portón de color negro que impide el acceso de vehículos a su interior desde hace varias semanas. Antes, los coches podían estacionar sin problemas. La decisión es del párroco, Constantino Bada, que ha sufrido amenazas de una de las personas que aparcaba en ese lugar su turismo. "Me dijo que me arrancaba la cabeza", indica el párroco. Ahora, el vecino que increpó al cura tiene una orden de alejamiento durante seis meses y ha sido condenado también a pagar una multa. "Si decidí cerrar fue por evitar males mayores", señala Bada.

El cierre del recinto religioso ha generado opiniones de todo tipo en Cancienes. Los hay favorables y también críticos con la decisión del párroco. "Llegaron incluso a intentar romper la cerradura para volver a entrar", señala una residente en la parroquia. Hay vecinos que ahora tienen que dar un poco de rodeo para acceder al parque Hermanas Bobes porque antes utilizaban el recinto a modo de atajo.

Bada explica que, cuando comenzó a oficiar misa en Cancienes, en septiembre del pasado año, no veía problema alguno en que los vecinos aparcaran sus coches en los exteriores de la iglesia. "Llegó un momento en que algunos utilizaban esos aparcamientos para cambiar el aceite del coche y otras cuestiones en un recinto privado como es", continúa el párroco. Y asegura que, en ocasiones, el coche fúnebre tuvo serias dificultades para maniobrar por el recinto durante un sepelio porque había vehículos estacionados, que ocupaban incluso hasta la zona más próxima a la entrada de la iglesia.

La denuncia se puso hace unos meses. "Durante el aniversario de un funeral, un conductor se puso a pitar porque un coche no le dejaba salir. Después me dijo que me arrancaba la cabeza e incluso me amenazó echándome al perro", afirma el párroco, al que jamás habían insultado en esos términos, y pese a que vivió "en no pocas zonas de conflicto". El sacerdote denunció esas amenazas a la Guardia Civil de Cancienes. Después, acabaron en el juzgado. El hombre que profirió esos improperios al párroco ha sido condenado a una orden de alejamiento durante seis meses y a pagar una multa. Por seguridad, el religioso impide ahora que los coches aparquen en el recinto que hay junto a la iglesia.

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