Hasta cinco antiguos clientes de la agencia de viajes para la que trabajó José María Vigil negaron ayer haber tenido relación alguna con las cuentas del Centro Niemeyerdurante el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial. "Salvo los paseos que hago por allí de vez en cuando", reconoció uno de ellos. "Pagué con mi dinero todos mis viajes. En metálico. Esa es mi costumbre", apostilló otra de las clientas de la proveedora de traslados del complejo cultural en la época en que estaba al frente el escritor y dramaturgo Natalio Grueso. Vigil es uno de los acusados en el pleito abierto contra la gestión de Grueso y de su equipo. Tras estos testigos, el conductor del exdirector del complejo reconoció haber recibido dinero en metálico y pases para la Fórmula 1 en Mónaco por sus servicios.

Los cinco clientes de la agencia declararon en la sesión que se celebró ayer por la mañana en la sección tercera de la Audiencia Provincial. En ella, a preguntas, sobre todo, del fiscal Alejandro Cabaleiro, aseguraron que habían viajado y pagado sus billetes de avión y estancias en lugares como Lanzarote o La Habana. Y, sin embargo, sus nombres aparecen en la causa que pone en duda el régimen de facturación que se llevó a cabo mientras Grueso estaba al frente del complejo cultural de la ría, antes de dirigir los teatros municipales de Madrid.

Sólo uno de los cinco clientes reconoció a José María Vigil como el agente de viajes que le había vendido sus vacaciones. "Nos conocemos desde la infancia", apuntó. "Vino a Noreña, a mi pueblo, a traerme los billetes. Le pagué en metálico y ya está", señaló. La Fiscalía quiso saber en qué oficinas habían comprado sus vacaciones. Respondió que fue en Avilés y Oviedo; y, en la capital, en Valentín Masip y en la plaza de la Gesta. El fiscal, Alejandro Cabaleiro, preguntó a cada uno de los antiguos clientes cómo podían explicar que sus vacaciones hubieran aparecido en las cuentas del Centro Niemeyer El Ministerio Público había interesado también el testimonio de dos clientes más de la agencia. Sin embargo, uno no recogió la citación y el otro no fue localizado. Pese a ello, no serán reclamados.

Pero la sesión de ayer comenzó con el testimonio que se venía arrastrando de la última sesión del juicio: el del exconductor "habitual" de Natalio Grueso, D. A. L. Admitió que llevó en alguna ocasión sola a la exmujer del dramaturgo, Judit Pereiro, en su vehículo. "La mayor parte de las veces porque íbamos al Aeropuerto"Entonces íbamos solos, al volver, ya no". Contó que uno de los viajes "singulares" que realizó con Pereiro fue para "buscar exteriores de la película de Woody (Allen)". Y explicó que recibía la tarea diaria por boca del propio Grueso, aunque, al principio de su relación comercial, el conductor estaba en la nómina de dos sociedades proveedoras del Niemeyer. Lo que buscaron fue "una casona con hórreo", añadió. La necesitaban para "Vicky Cristina Barcelona", un filme que se rodó parcialmente en Asturias.

D. A. L., aseguró que había tenido "una amistad laboral, si se puede decir así, con Grueso: buen rollo". Terminó trabajando como jefe de mantenimiento del Niemeyer porque el propio Grueso le ofreció el puesto. El cambio de uno a otro puesto fue sustancial: más que dobló su salario. "¿Tenía experiencia laboral?", preguntó Cabaleiro. D. A. L. dijo que sí. Explicó que a su llegada a la sala de control del Niemeyer observó "cierto descontrol". "En tres meses pasamos de gastar 90.000 kilovatios a 67.500", añadió.

Previamente, el conductor admitió "un regalo" de dos entradas para ver la Fórmula 1 en Mónaco. "¿Pagó algo?", insistió Cabaleiro. "No", dijo D. A. L. Otro "premio" fue "una especie de bonus" de más de 1.500 euros. El conductor "habitual" explicó que lo había obtenido "por la disponibilidad que tenía".