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El "ridículo" de la burocracia educativa lleva a sortear las matrículas de honor

"No es justo", se quejan las cuatro alumnas que acabaron con "diez" el Bachillerato y han tenido que jugarse dos reconocimientos por azar

Por izquierda, Irene González-Pola y Virginia Fernández, ayer, en la biblioteca del Instituto de Luanco. MARÍA FUENTES

"O todas o ninguna". Esa es la premisa que se han marcado las cuatro alumnas del IES Cristo del Socorro que han finalizado sus estudios en el centro con pleno de "dieces" en los dos cursos de Bachillerato. Esas notazas les valdrían matrícula de honor, que se entrega a partir de una media de 9, pero como ellas dicen, "con la burocracia hemos topado". "Es ridículo, pero según las normas de la Consejería de Educación, por el ratio de alumnos, sólo se pueden dar dos matrículas en honor en nuestro institutoNo es justo que el azar decida qué dos nos llevamos la distinción", explica Virginia Fernández, una de las estudiantes "perfectas" del centro luanquín.

Sus compañeras Irene González-Pola, Carmen Vigil y Carmen Ruiz también consiguieron la proeza de no perder ni una décima en los dos últimos cursos del instituto. Pero solo Fernández y Vigil, según el sorteo celebrado ayer en el centro educativo, pueden añadir a su currículo la distinción.

La actual normativa de las matrículas de honor, que depende de la Consejería, es clara: una matrícula hasta cada veinte alumnos (dos hasta cuarenta, tres hasta sesenta...). En el IES Cristo del Socorro, hicieron Segundo de Bachillerato 39 alumnos, por lo que les corresponden dos. "Primero se miran las notas de segundo. Para desempatar, las de primero, y luego la media de ambos cursos. Como las cuatro estamos igual, el siguiente paso es desempatar por sorteo", explica González-Pola.

El caso de Luanco no es algo aislado, ha ocurrido en otros institutos, pero las afectadas no han querido callarse la injusticia. "Es que no tiene sentido por ninguna parte porque además es una mención honorífica. En Asturias, ni siquiera pagan el primer curso de la carrera por lograr este expediente, solo es un diploma", explica Carmen Ruiz.

"Vamos a tratar de rechazarla oficialmente en la Consejería o, al menos, que tengan constancia de nuestro disgusto para que esto cambie. No vamos a tener matrícula las cuatro, pero esperamos que recapaciten y las generaciones futuras no pasen por esto", defiende Virginia Fernández. La otra "agraciada", Carmen Vigil, tampoco lo lleva bien: "Siendo pocos alumnos somos una familia. En mi caso, que según me dicen me tocó matrícula, me siento mal porque sé que todas lo merecemos y, si no te toca, te sientes mal porque sabes que lo has trabajado".

A modo de protesta, ninguna de las cuatro se presentó en el sorteo de ayer. "Hablamos juntas con dirección para rechazar la matrícula, pero nos dijeron que no se podía, que había que seguir el reglamento. Por eso, lo vamos a intentar ahora en la Consejería", señala Fernández. "Al final, la nota es la que es. Si tienes un diez de media es el mejor expediente, que es lo que cuenta. Se podría dejar en una anécdota, pero no podemos dejarlo pasar", sostiene Ruiz.

Según explica Virginia Fernández, la normativa está anticuada y quieren hacérselo ver a la Consejería. "Tendría algo de sentido cuando te pagaban la matrícula de la Universidad. Tampoco era justo, pero el dinero es limitado. Ahora, que no implica gastos, no pueden jugar a la lotería con el trabajo de los estudiantes y menos si creen en la enseñanza pública", señala.

Las cuatro están centradas en preparar la prueba de acceso a la universidad (EBAU). Irene González-Pola y Carmen Vigil tienen que hacerlo con más de ahínco porque quieren ser médicas. "Para entrar en Medicina, señala González-Pola, a la que le gustaría ser cirujana. Vigil afirma que está "nerviosa" y estudiando mucho porque, a priori, le llama la atención la neurología.

Carmen Ruiz se va por otros derroteros y lo tiene casi hecho: "Quiero hacer Filología y se entra con un 5, pero no puedo relajarme del todo, que después de años estudiando no puedo permitirme un traspiés en la EBAU. Virginia Fernández quiere hacer Magisterio, también de fácil acceso, pero a la vez está preparando los exámenes finales de Violonchelo en el Conservatorio Julián Orbón de Avilés para comenzar también la carrera superior de música.

La directora del instituto luanquín, María Antonia González, lamenta la situación, pero sigue las reglas. "Son cuatro chicas excelentes. De hecho forman parte de una promoción impresionante -tres o cuatro alumnos más sacaron todo dieces en segundo-. Ellas son alegres, participativas, muy implicadas en todos los proyectos del centro y tendrán su reconocimiento desde el instituto. Que demuestren este espíritu crítico y de solidaridad ya es una muestra de que hemos conseguido uno de nuestros objetivos, formar ciudadanos que luchen por un mundo mejor ", afirma.

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