"Parecía una batalla campal. Estaban involucradas más de 30 personas. Parecía la guerra". Una disputa entre dos familias de etnia gitana en plena calle en Villalegre obligó ayer a la intervención de varias dotaciones de la Policía Local, Policía Nacional y Guardia Civil. El suceso, desencadenado por un presunto caso de violencia doméstica, generó gran revuelo en el vecindario y mucho temor entre algunos de los allegados de los implicados. "Como no medien los patriarcas, esto no va a quedar aquí", advirtieron. La bronca se saldó sin detenidos.

Los hechos tuvieron lugar en torno a las 20.00 horas. Según allegados de los implicados, todo se desencadenó por un caso de malos tratos denunciados esa misma mañana ante la Guardia Civil. Tras la agresión, el padre de la víctima acabó enzarzándose con su yerno. A la trifulca acabaron sumándose familiares de uno y otro lado y terminaron enfrentándose todos en la travesía Juan de Grijalba de Villalegre. Hasta allí se desplazaron también tres patrullas de la Guardia Civil, que seguían el caso desde Corvera, otras tantas de la Policía Local de Avilés, dos de la Policía Nacional y una de la Policía Local de Corvera. "No llegó a haber grandes golpes, aunque sí se soltaron alguna que otra torta", relató una testigo, que también destacó que al menos uno de los implicados tenía rota la camiseta tras los hechos y que había implicadas más de 30 personas en el barullo.

Aunque los agentes lograron evitar cualquier tipo de violencia con su presencia, con el paso de los minutos el ambiente no se enfriaba. "¡Denuncia! ¡Tienes que denunciar!", gritaban desde una ventana unos familiares a la supuesta víctima, a la que rodeaban también algunos allegados del presunto agresor. "No puedes hacer esto, aquí somos todos uno", le recriminaban. Entre tanta tensión, la mujer acabó por desplomarse. Tras un rato tumbada en el suelo, en el que le llevaron agua y le abanicaron con unos papeles, logró reponerse sin necesidad de intervención de servicios médicos. Sus familiares se la llevaron.

Este fue, quizás, el punto de inflexión que logró relajar los ánimos. A partir de aquí, los implicados abandonaron la zona y, supuestamente, todo volvió a la calma. Pese a ello, había quien dudaba de que la dispersión de la masa fuese el punto final de la movida. "Como no intervenga algún patriarca, esto no queda aquí. Por la noche, mañana o en cualquier momento todo volverá", lamentaba una allegada a ambas familias, que siguió el transcurso de los hechos a cierta distancia. "Es una pena que estén así, cuando todos, de una forma u otra, son familia", sentenció.

Aparentemente, este caso no guarda ninguna relación con la agresión a un hombre en El Cruce de Llaranes el 17 de julio.