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La Reguera, de refugio narco a poblado fantasma

La tranquilidad impera en la degradada barriada, en la que la Policía desactivó el "supermercado" de la droga de Avilés

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Cien policías desarticulan el "supermercado de la droga de Avilés" y detienen a seis personas

Apenas 24 horas después de que la Policía Nacional desactivase en La Reguera, una barriada próxima a Llaranes Viejo, el "supermercado" de la droga en Avilés en un operativo sin precedentes en la comarca, que contó con la participación de un centenar de agentes, la realidad del poblado es bien distinta. Donde hasta ahora campaban a sus anchas los narcotraficantes, los niños jugaban con armas y las idas y venidas de coches que llegaban, "pillaban" y se marchaban eran el pan nuestro de cada día, ayer sólo quedaba un tenso e incómodo silencio y algunas miradas amenazantes hacia los forasteros. "No vamos a hablar. Fuera de aquí", gritaban desde las ventanas.

La definición de barrio degradado describe perfectamente La Reguera. Se llega por un desvío en la carretera que va de Llaranes Viejo a Trasona (Corvera) situado junto a una vieja torre que mantiene las iniciales de Hidroeléctrica del Cantábrico. Es una calle sin salida. También de manera alegórica. De ella salen otras callejuelas que acaban en un prado. En el medio, una plazuela de hormigón de donde la Policía se incautó el jueves de al menos ocho vehículos, algunos de ellos de alta gama. Ayer había dos coches aparcados.

Algunas de las viviendas están cerradas a cal y canto. Otras se encuentran aparentemente deshabitadas. Entre la ropa tendida en las ventanas se pueden ver los cacharros y enseres de las cocinas. En algunas, por lo que se puede ver a través de los barrotes que las protegen, no parece que se hayan encendido los fogones en días.

En la calle se ve suciedad. En medio de la calzada hay montones de pienso para mascotas. También una sartén junto a un bardal y un contenedor municipal lleno a rebosar con bolsas de basura negras. Al aire libre, nadie. O muy pocos. Los que se dejan ver no hablan. Sólo miran y escudriñan al que se les acerca. Advierten que no quieren fotos, no van a hablar y amenazan con que no quieren que se acorte la distancia. Mientras, cuchichean. Quizás de lo ocurrido en la mañana del jueves, cuando un centenar policías nacionales les sacó de sus casas a las siete de la mañana.

Los agentes, en una operación comandada desde Gijón, registraron seis viviendas de Las Regueras. En ellas encontraron sustancias estupefacientes y grandes cantidades de dinero en efectivo. También se llevaron a seis detenidos que, presumiblemente, pasarán hoy a disposición judicial en Gijón, según la Policía. Ayer estuvieron todo el día en los calabozos de la comisaría.

Cuando se recorren las calles de esta barriada no cuesta imaginarse las escenas de tráfico de droga que denuncian los vecinos. Tampoco a niños jugando con armas de fuego y disparando, por error, contra la fachada de la vivienda de unos residentes en la que todavía son visibles las marcas de bala o donde, recientemente, la Policía Local tuvo que pedir refuerzos para apresar a un conductor que se había dado a la fuga y que trató de esconderse en el poblado, hasta el jueves un refugio de narcos y delincuentes. Ahora, un poblado fantasma.

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