La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

DIEGO GALLO | POLICÍA LOCAL EN AVILÉS Y ÁRBITRO ASTURIANO

El hombre pegado al silbato

El agente de la Policía Local Diego Gallo es el único árbitro asturiano en la Primera División de fútbol sala: "A más de uno le sacaría la tarjeta roja por la calle"

Diego Gallo, agente de la Policía Local en Avilés y árbitro, en El Parche. M. V.

Más de media vida pegado a un silbato. De lunes a viernes, como agente de la Policía Local de Avilés, y los fines de semana, como árbitro de la máxima categoría del fútbol sala español. El gijonés Diego Gallo (1981) compagina su trabajo como agente municipal con el de colegiado en Primera División. Es el único trencilla asturiano en la máxima categoría.

Gallo es árbitro antes que policía. Al menos, cronológicamente hablando. Como otros muchos, llegó al arbitraje por casualidad. Tenía 17 años y un amigo, que ya pitaba, fue el que le enganchó. "Me dijo que fuese a verle un partido y, la verdad, me gustó. Además, te permitía ganar un dinero y tener cierta independencia económica", recuerda el colegiado, vestido de uniforme policial.

Así comenzó una carrera fulgurante. Desde su debut, a los 17 años, en un partido de benjamines en el campo del Veriña, hasta su llegada a la élite, en un partido entre el Santiago Futsal y el Fútbol Club Barcelona, sólo pasaron seis años. Por el medio, Gallo fue quemando etapas a una velocidad pasmosa, sobre todo teniendo en cuenta su edad. "En algunos partidos era el más joven de la cancha y te ves con la obligación de impartir justicia. Es complicado, pero con tesón y mano izquierda se consigue", confiesa.

En aquella época, la División de Honor española aglutinaba a las grandes figuras del fútbol sala mundial. "Pitar a jugadores como Paulo Roberto, Daniel, Javi Rodríguez..., que eran lo mejor de lo mejor, supuso toda una experiencia", afirma sobre los cracks a los que ha tenido que "controlar": "Había dos que me lo ponían siempre difícil. Daniel y Schumacher. Eran gente con un carácter complicado", explica con una sonrisa.

Ya en la élite del arbitraje fue cuando Gallo agarró el otro silbato: el de Policía Local, a los 25 años, tras 24 meses preparando oposiciones. "No sé si por el arbitraje, pero la verdad es que siempre me gustó lo de ser agente", asegura este gijonés que"pasa el día "aplicando reglamentos" y reconoce con humor que sacaría la tarjeta amarilla "e incluso la roja" a más de uno por la calle cuando viste el uniforme policial.

Como agente del cuerpo municipal, Diego Gallo se encarga principalmente de asuntos relacionados con el tráfico. "Por lo general, por la mañana cojo la moto, vigilamos las entradas de los colegios para que no haya ningún problema de seguridad vial, vigilamos las cargas y descargas...", relata el guardia, que tanto en la calle como en la cancha, asegura no ser de los que sancionan a la primera.

"Cuando ponemos una multa de aparcamiento es porque el vehículo lleva tiempo infringiendo", asegura.

Por eso, ni en los pabellones ni en las calles es de los que se llevan muchas protestas. Quizá también porque en Avilés son muchos los que le han reconocido por su faceta de árbitro. "Para mí es un orgullo que venga gente que no me conoce de nada y me identifique por haberme visto en la televisión en algún partido", destaca Gallo sobre una vertiente que también se repite a la inversa en las canchas. "Hay algunos jugadores, los que ya me conocen de hace más tiempo, que a veces me llaman agente en la cancha", confiesa.

También admiran su doble faceta sus compañeros en el cuerpo. "Generalmente, gasto mis días de libre disposición para poder ir a arbitrar, pero también el resto de la plantilla y los mandos me facilitan la labor en momentos concretos. Les estoy muy agradecido", destaca.

Actualmente, Gallo es el único árbitro asturiano en la Primera División de fútbol sala. Tiene claro que su objetivo a corto plazo es llegar a pitar una final del campeonato de liga. "Hasta ahora he arbitrado en cuartos de final. Para esta temporada sería un buen paso llegar, al menos, a semifinales", asegura el colegiado, que dedica al menos cuatro días a la semana a estar físicamente preparado, tanto para los partidos como para sus cometidos como agente: "Otro de los puntos positivos de ser árbitro es que te permite estar ligado al deporte".

Esa seguridad con la que habla de sus metas se transforma en dudas cuando se le pregunta por cuál de las dos profesiones le gusta más. "Me gusta mucho venir a trabajar como Policía y la posibilidad de ayudar a la gente. Pero también me encanta la sensación de coger el coche para ir a un partido, dormir mal la noche anterior, los nervios previos al partido...", admite al tiempo que, con media sonrisa, concede: "En este sentido, estamos hechos de otra pasta". Razón no le falta.

Compartir el artículo

stats