La cooficialidad de la lengua asturiana genera división. Así quedó reflejado ayer en un intenso debate organizado por la Sociedad Económica de Amigos del País con la colaboración del Club de LA NUEVA ESPAÑA de Avilés. Exposiciones enfrentadas entre los favorables a que el asturiano "se dignifique como un derecho" y los opositores, que ven que la cooficialidad traerá de la mano "el nacionalismo". El debate tuvo lugar en el salón de actos del Centro de Servicios Universitarios, completamente lleno.

El economista Diego Barceló abrió fuego y echó la culpa al presidente, Adrián Barbón, de abrir el melón de la oficialidad del asturiano. "No estamos en contra de la cultura asturiana, la oficialidad la vemos innecesaria porque ya está protegida, reduciría la libertad y implica una obligación, una imposición, lo que sería una violencia institucional además de generar más gasto público e impuestos", señaló antes de esgrimir que la oficialidad "abre la puerta al nacionalismo y", una intervención que mantuvo en varias ocasiones y compartida por el profesor Celso Otero durante el debate, moderado por el periodista de LA NUEVA ESPAÑA Francisco López Jiménez.

Nada más que la académica de la Llingua Esther García inició su intervención en asturiano, parte del público protestó: "No se entiende". García amenazó con irse, sin embargo, continuó con su exposición: "España es plurilingüe y eso no quiere decir separación sino que suma. El asturiano es un derecho y forma parte de nuestra patrimonio y ha de protegerse".

Celso Otero cogió el testigo y ahondó en la tesis del nacionalismo para rechazar la oficialidad, y criticó la "falta de uniformidad" del idioma. "No tenemos que discutir, solo genera enfrentamientos, me niego a estudiar asturiano, prefiero el inglés o el italiano", señaló.

Inaciu Iglesias, que también invervino en asturiano manifestó que la oficialidad "responde a un mandato constitucional del artículo 3.2" y recalcó la importancia de desarrollar la ley de uso y promoción de 1998 "porque es insuficiente si no garantiza derechos".

Tras ese primer turno de intervenciones, se abrió el melón del debate. Los opositores a la oficialidad criticaron que conllevaría ampliar el funcionariado y cifraron su coste en 75.000 millones anuales, cuestión que fue debatida por Iglesias que destacó que la administración ya cuenta con empleados "que son competentes en asturiano" y dijo además: "No creo que seamos tan tontos en que si hacemos oficial el asturiano haya una deriva nacionalista". Celso Otero continuó con su tesis de que "Asturias puede acabar como Cataluña" e indicó además: "El día que haya oficialidad del asturiano me largo de Asturias". Esther García insistió en la necesidad de reformar el estatuto de autonomóa "tras cuarenta años de reivindicación".

Y añadió: "Nadie va imponer que se hable" después de que Barceló afirmara que no había demanda del bable y reclamó academias privadas de asturiano "y si la gente va, pues va, y si no, no va". "Si fuésemos Madrid, quizá se podría asumir la cooficialidad, pero la evolución económica va a peor", señaló Barceló. "La oficialidad generaría puestos de trabajo, aunque fueran pocos, no estamos para despreciar ni uno solo", concluyó Inaciu Iglesias.