Yolanda Soler supo que llegaría a unos Juegos Olímpicos viendo de madrugada por la tele con su madre otros Juegos Olímpicos. La que luego fuera medalla de bronce en judo en Atlanta 96 vibró viendo, como dice la canción de "Los Nikis", a España aplastar a Yugoslavia por 20 puntos arriba. Ahí, le dijo a su madre que algún día estaría en una cita semejante y cumplió. La anécdota la contó ayer en El Quirinal en una charla llamada "Encuentros con Olímpicos" en la que participaron otros dos judokas con metal en unos Juegos. A saber, Ariane Toro (plata en Bakú 2019) y Raúl Fernández (bronce paralímpico en Atenas 2004). Junto ellos, estuvo el entrenador del Judo Avilés Carlos Fernández. "Lo importante no es ganar, lo importante es el camino", indicó la exitosa deportista.

Lo dijo porque el valor del esfuerzo en el deporte fue el leitmotiv de la conferencia organizada por el Judo Avilés. La charla sirvió como aperitivo de la XIX edición del torneo "Villa de Avilés", que arranca mañana en la ciudad y se prolonga hasta el domingo. Se trata de una de las competiciones más importantes del judo nacional, con 2.000 inscritos y 350 clubes participantes.

En la conferencia, a Raúl Fernández lo describieron como "diferente". Lo de "diferente" viene porque el luarqués es una de las 16.583 personas en todo el mundo que ha ido a varios Juegos practicando dos deportes diferentes. Fernández estuvo en Atlanta 96 en ciclismo y en Atenas 2004 en Judo. Ahí, fue bronce.

"Empecé en el judo de forma anecdótica, para no coger peso tras dejar el ciclismo", explicó. Aunque de Luarca, su vinculación avilesina es innegable. "Entrenaba en Oviedo, pero Nicolás Terrados -una eminencia avilesina de la medicina deportiva- me convenció de venir a aquí. Conocí a Carlos Fernández. Fue de lo mejor que me pasó en la vida", atestiguó.

Carlos Fernández escuchó a su lado esas palabras. Es uno de los entrenadores clásicos de la ciudad. Entronizó a Fernández en Atenas 2004, cuando ganó el bronce. A parte del paralímpico, por sus manos han pasado más de 400 judokas, de los cuales 300 han sido medallas nacionales y otros 50 medallas internacionales. "Ganar es algo pasajero. Rafa Nadal pierde. Federer pierde y Lebron James pierde. Lo importante es enamorarse de tu deporte. El mejor deportista es el que se lo pasa siempre bien", expuso.

Una de las alumnas aventajadas de Fernández es Ariane Toro, la más joven de los cuatro participantes ayer en "Encuentros con Olímpicos". Toro, que es la hija de Yolanda Soler, firmó la temporada pasada un curso de ensueño. Ha ganado varios campeonatos de España, tres medallas europeas. También ha sido quinta en un Mundial y segunda en los Juegos Olímpicos juveniles de Bakú, este año. Aún así, la joven de 15 años reconoció que "el combate que más veces he visto en mi vida es el bronce de mi madre".

La disertación tuvo como conductor a Luis Torres, un speaker de renombre internacional, que será la voz del Villa de Avilés. Torres procuró romper siempre que le fue posible la cuarta pared, haciendo partícipes a las decenas de jóvenes judokas y también a los padres de estos, que asistieron pasmados a la conferencia.

La exposición tocó varios temas. Uno fue la exigencia en el deporte. Y la presión que ciertos padres imponen a sus hijos en las competiciones. "El judo es un deporte individual, pero no se puede practicar solo. Los padres no pueden pedir más a los hijos de lo que pueden dar. Tienen que estar para apoyar no para presionar", coincidieron los cuatro protagonistas de la cita.

Los protagonistas contaron interioridades de su carrera. Como que la primera persona con la que habló Yolanda Soler cuando ganó en Atlanta fue con su madre. "Casi no había móviles, era impensable", dijo. O como Raúl Fernández regresó a Asturias y pensó que lo haría solo. "Me hicieron creer que al aeropuerto no iba a ir nadie", río el judoka, que junto a sus compañeros dio una lección olímpica de vida.