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JOSÉ BUSTO | Actor, acaba de recibir el prestigioso premio "Lope de Vega"

"El teatro es el amor de mi vida y la ruina de mi existencia, me picó el bicho con 16 años"

"Ahora que ya soy un señor mayor recibo este galardón con humildad, no como antes, cuando no sabía gestionar bien los reconocimientos"

José Busto, tras la cristalera de un local que da a la calle Sol. RICARDO SOLÍS

José Busto (Gijón, 1973) hace tiempo que decidió ser también de Avilés, donde reside. Se le nota en lo que escribe. La penúltima cosa -"Lo inevitable"- le ha valido el premio "Lope de Vega", uno de los más respetados de los de su clase en España: lo ganaron, por ejemplo, Antonio Buero Vallejo y también Alejandro Casona. Busto "está en una nube" desde que Andrea Levy, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, institución que lo concede, le llamó para decirle que había sido el triunfador y que, además, lo había hecho con un drama tan avilesino como nocturno, una peripecia valleinclanesca, una noche como de luces de bohemia. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA ante un café con leche y una sonrisa eterna de satisfacción.

- Alejandro Casona, Jaime de Armiñán, Fernán-Gómez...

-Imagínese... Estoy en una nube, en una nube. Me lo estoy tomando con mucho humor y con humildad, claro. Esto es un regalo. Reconozco que alcanzar este premio era uno de los objetivos que siempre había tenido. Y, al final, lo logré. No sé si fue por perseverancia.

- Y presenta "Lo inevitable" que veo que es un drama neorrealista y nocturno.

-No sé si es eso o, simplemente, realismo sucio mezclado con mucho de poético y mucho humor negro, que a mí se me da bastante bien.

- Se desarrolla en Avilés.

-Se desarrolla en Avilés. Yo no estudié y soy un autor que trabaja de oído: Avilés es donde yo me muevo, donde yo trabajo, donde yo escucho, donde veo las cosas y también las siento. Me pasó con "El día de autos", que transcurre en Gijón, que es donde vivía en aquel momento.

- ¿De dónde sale la historia de "Lo inevitable"?

-Así como Valle-Inclán se fijó en Alejandro Sawa para construir el personaje de Max Estrella, el protagonista de "Luces de Bohemia", yo me fijo en un personaje que se llama Nacho García, que es un gran amigo mío, el Alejandro Sawa de Avilés: una persona con mucho talento, pero, bueno, un poco desastre. A partir de ahí sale el cantautor que no termina de sacar sus proyectos adelante, un tipo talentoso que se suicida y eso arranca al grupo de sus amigos una serie de dramas que vienen arrastrando.

- Se ha convertido en una celebridad: le felicitan hasta el presidente del Principado, Adrián Barbón, y la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín.

-Es muy raro, muy raro. Todo el mundo está muy contento, muy orgulloso. Y eso es una alegría. Que me escriban la Alcaldesa y el Presidente, pues sí, es un poco alucinante. No me lo creo mucho. De repente, eres el centro de atención. Es extraño. Hace unos días, no; así que, imagínese.

- Aparte, claro, los 12.000 euros.

-Una dotación importante, claro. ¡Qué quiere que le diga! Es importante, pero también lo es el reconocimiento. Soy un autor que escribe muy lento porque soy muy exigente conmigo mismo y hasta que no lo veo perfecto, no lo suelto. Hasta que un texto no gana un premio o consigo montarlo y verlo en escena, no considero que esté terminado.

- ¿Qué le ha dado el teatro?

-El teatro es el amor de mi vida y la ruina de mi existencia. No lo sé: me picó el bicho con 16 o 17 años. Pese a ello, no fui capaz de dedicarme sólo a ello, pero no lo he podido desechar. Sigo, aunque sea en las catacumbas. A mí me dieron por muerto varias veces.

- No es el primer premio gordo que le toca.

-El primero fue el "Marqués de Bradomín" de 2002 con "El día de autos".

- ¿Y eso qué supuso?

-Ese premio fue como un boom para la literatura dramática española: jóvenes que escribían teatro... Antonio Álamo, Maxi Rodríguez, Sergi Belbel... Llegó una generación con mucha calidad y mucho talento que fueron capaces de desbancar a la figura del director y del productor, que era lo que había venido funcionando en aquel momento. También fueron capaces de colocar al teatro de la literatura. Aunque se escribe para ser representado, también se puede leer.

- ¿Qué le pasó con "El día de autos"?

-Fue un premio gordo que gestioné nefastamente. Me pilló con la edad que me pilló. Tenía tan clarísimo que iba a ganar el premio que, cuando efectivamente lo gané, sólo podía decir que era la hostia. Ahora, que soy un señor mayor, recibo el premio "Lope de Vega" con humildad, no como antes. Me empeñé en dirigirlo yo. También salí, pero originalmente, esa no era la idea. Consideraba que era yo el único que podía hacerlo como Dios Manda. Luego se montó años después con "Paraninfo 58" e hicieron una joya de montaje. Ellos entendieron el texto mejor que yo.

- Y ahora es un "Lope de Vega".

-Me hacen muchas coñas. Ahora, en Antroxu, no me va a quedar más narices que salir como Lope de Vega.

- ¿Y "Lo inevitable" se va a subir a las tablas?

-Supongo que sí. Cuando me llamó Andrea Levy me comentó que iba a hablar con el teatro Español, pero no sé. Voy a esperar a que me llamen, no voy a forzar nada, no voy a cometer los mismos errores que en "El día de autos". Iré viendo. Leí que también se va a publicar. Intento pasárselo a todo el mundo, con humildad. El sueño después del sueño conseguido sería poder ver "Lo inevitable" en el teatro Palacio Valdés, en el año de su centenario. Sería la leche.

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