La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Baterías apagadas y relucientes

Baterías apagadas y relucientes MARA VILLAMUZA

Debajo de la capa negra de hollín que cubría las baterías de coque de Avilés había oculta una variada paleta de colores. Ese colorido es ahora visible, cuando no hace ni dos meses que la instalación dejó de producir, gracias a la acción de lavado que ha realizado el agua de las abundantes lluvias de las últimas semanas. Las paredes de los cargaderos de carbón lucen de color gris antracita, en la parte superior de las torres de lavado vuelve a ser visibles en su color original (rojo) el remate de ladrillo... hasta los detalles de color blanco, como la decoración de los gasómetros, han recobrado la viveza del color.

La desaparición de la costra de hollín es el símbolo visual de que, finalizada la producción de coque, las baterías han dejado de ser un problema ambiental. Y bien que lo celebran los empresarios del parque empresarial "Principado de Asturias" (PEPA), los trabajadores de las naves allí radicadas y cuantos pasan por el polígono. Un ejemplo del cambio de hábitos que ha inducido el fin de los humos y el polvo en suspensión que generaban las baterías es que en la calle aledaña al complejo, la avenida del Zinc, ahora cualquier día laborable se ocupan la práctica totalidad de las plazas de aparcamiento y hasta el 1 de octubre (el primer día de las baterías apagadas) lo normal era que estuvieran vacías por el temor de los dueños de los vehículos a que el hollín corroyera la chapa.

Otro ejemplo, y éste mucho más relevante, tiene que ver con el mantenimiento y los operativos de limpieza que realizan los dueños de las naves industriales. Javier Bousuño, de Mecanizados CAS, cuenta con satisfacción que hasta este año su empresa realizaba cuatro limpiezas de la cubierta de la nave; hace quince días, cuando la brigada de limpieza subió al tejado bajó a los pocos minutos anunciando que no había apenas porquería. "La retirada del hollín del tejado era necesaria por dos motivos: el primero que el peso acumulado podía causar el hundimiento de las chapas y el segundo, que se trata de una sustancia corrosiva y dejarla sería perjudicial. Ahora que las baterías han sido apagadas estimamos que bastará con hacer una limpieza al año", explica el empresario, que en adelante se va a ahorrar un dinero en este concepto.

Los tejados las fachadas, las calles, los coches aparcados, en la zona... pero también las necesidades de limpieza dentro de los negocios van a ser menores a partir de ahora. Y es que el polvo del carbón se colaba hasta los almacenes y las oficinas impregnando estanterías, mesas, el suelo y las mercancías de una capa odiosa de carboncillo. "Después de años peleando con el hollín es muy de agradecer que después de limpiar una zona no vuelva a estar sucia en pocos días", celebra el empleado de uno de los comercios radicados en el PEPA.

Manuel Vila, gerente de la sociedad de conservación del parque empresarial, suscribe todo lo anterior y se congratula de que la imagen que da el PEPA con las baterías apagadas está mucho más en línea con el carácter de modernidad y vanguardia que explota este espacio de actividad empresarial. "Sabemos que aún tendremos que bregar con las molestias derivadas del proceso de desmantelamiento -tránsito de camiones, polvo en suspensión...- pero merece la pena pensando en que el futuro será mucho más limpio", comenta el gerente.

En cuanto a la actividad en las baterías de coque propiamente dichas, Arcelor ha reducido de veinte a quince la cifra de empleados dedicados a tareas de liquidación de la actividad. Cinco miembros de la brigada encargados de pilotar el tránsito hacia el desmantelamiento de las baterías han sido recolocados por la siderúrgica en otros departamentos y los quince restantes están ocupados, fundamentalmente, en atender las necesidades de Industria Química del Nalón, que trabaja en el desarrollo de la planta de tratamientos de aguas que gestionará en el suelo de la coquería.

El plan laboral que puso en marcha Arcelor para recolocar a los trabajadores propios de las baterías de Avilés consistió en meter a 250 de ellos en las baterías de Veriña, reasignar a un centenar a otros departamentos de la multinacional en Asturias y promover previo expediente de regulación de empleo la prejubilación de la veintena de nacidos entre los años 1958 y 1959. Peor les fue a los trabajadores auxiliares: los fijos (unos 200) fueron recolocados pero los eventuales (un centenar) quedaron en un limbo y muchos se hallan en el paro.

Compartir el artículo

stats