Mientras que los monarcas recorrían las calles avilesinas, en la plaza del Parche, un animador con voz, cara y alma del popular actor mierense Alberto Rodríguez montaba su número. La gran cabalgata se hizo esperar cerca de dos horas, pero el animoso presentador no perdió carrete. A Luisa María, por ejemplo, le sonsacó que estos días andaba sin móvil, que se lo había interceptado la madre.

-¿Y eso?

-Las notas.

La llegada de los Reyes Magos tienen mucho que ver con la llegada de los regalos. Una docena de "vespartanos" recorrieron las calles avilesinas cargados de algunos de ellos. Y también hubo un camión histórico. Se vieron regalos a cientos. "No hemos podido traer todo, porque vaya, es que pedís mucho", se explicó un monarca.

La Banda de Gaitas de Avilés encaró la calle de Juan XXIII dando forma a "Ya vienen los Reyes". Y los niños ponían voz al villancico en cuanto la agrupación musical se acercaba al lugar en el que se encontraban. Le pasó lo mismo a la Banda de Avilés, a la centenaria, que volvió a poner música a una de las noches más célebres del año. Y también de las más largas.

Guillermo Pelayo Barquín salió con chaquetilla blanca y su cilindro de galletas a recorrer las calles avilesinas. Las familias también se paraban en el puesto de castañas asadas. Y muchos en cada tienda. "Que se me olvidaron los regalos", contaba Pablo González. "Vale, tenía que haberme dado más prisa", bromeó mirando el local de una perfumería, en el primer tramo de la calle de la Cámara. González se perdió parte del gran desfile, pero fue uno de los pocos. La ilusión del regreso a la infancia animó la fiesta. E hizo que escampara el frío, que ayer era subrayado.

"Mofletes", el popular e histórico camión de bomberos de Avilés, cerró la cabalgata de ayer tarde. Y así se rindió tributo al mucho peso que tiene en Avilés la tradición y la sentimentalidad. Durante todas las fiestas el camión ha salido de su estación para mostrar su plenitud a los avilesinos más nuevos.

El baile, el juego de los caballos, la noche abierta por las llamaradas, todo se cerró cuando los tres monarcas se despidieron desde el balcón del Ayuntamiento. Tenían todavía una noche plena de trabajo. Su marcha, sin embargo, dejó grititos a pleno pulmón: "Melchor, Melchor... que este año he sido bueno".