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FERNANDO ÁLVAREZ BALBUENA | Miembro de la Academia Portuguesa de Historia

"Vivimos en un estado excepcional de ansiedad e inquietud que es malo para la economía"

l "Solo queda virgen el continente africano y hoy es una fábrica de pobreza y emigración l "Portugal me parece un país lleno de oportunidades"

Fernando Álvarez Balbuena, en la calle Carreño Miranda. RICARDO SOLÍS

La actividad intelectual que despliega el presidente de honor de la Sociedad Económica de Amigos del País de Avilés y Comarca, Fernando Álvarez Balbuena (Gijón, 1933), le ha llevado hace unos días a visitar Lisboa para tomar posesión de su última "conquista": el collar acreditativo de su pertenencia a la Academia Portuguesa da Historia. Tal condición engorda un apabullante curriculum que incluye el doctorado en Ciencias Políticas y Sociología, la licenciatura en Derecho, un máster en Historia Social y del Pensamiento Político, grado en Óptica y Optometría y la autoría de varios libros sobre historia, además de incursiones en la literatura poética. Álvarez Balbuena, que suele escribir análisis sobre temas de actualidad en las páginas de este diario, también es miembro de la Academia de Doctores de España (rama de Humanidades) y del Real Instituto de Estudios Asturianos, presidente de la Asociación Coral Avilesina y ha sido distinguido, entre otros, con los premios "Adelantado de Avilés 2016", "Paul Harris" de la Fundación Rotary Internacional y la medalla de oro del Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas.

- Pese a ser ya octogenario su inquietud por saber y divulgar va en aumento, ¿lo de jubilarse no va con usted?

-Por conveniencias societarias, técnicamente solo estoy medio jubilado de mis ocupaciones empresariales; pero es que el negocio, realmente, siempre fue para mí un "modus vivendi", lo que realmente me gusta son las letras, las humanidades y la enseñanza. Esa es mi gran pasión vital.

- ¿Qué le aporta ese ansia innata de conocimiento?

-Comprensión de la historia y de la sociedad. La sociología es una disciplina fascinante, entender los cambios sociales, tratar de prever a dónde vamos e impulsados por qué motivos...

- ¿Y a dónde cree que estamos yendo en estos tiempos?

-Tengo mucho miedo de que vayamos a un sitio de mala salida.

- ¿Se refiere a España?

-Al mundo entero. Solo queda virgen el continente africano y mire usted cómo está ese continente: desolado y convertido en un fábrica de pobreza y emigración.

- ¿Cuándo observa su entorno cercano con ojos de sociólogo crítico, qué ve?

-Falta de seguridad, tiempos de incertidumbre. Percibo que la crisis no ha acabado por más que algunos quieran hacérnoslo creer. Veo que cierran comercios sin parar, que las ciudades como Avilés languidecen, que la calle La Muralla, por ejemplo, un antiguo foco mercantil es ahora poco más que un desierto. No hay dinero... Y veo que se han perdido valores, que la educación ha sufrido un grave deterioro. Hasta en la forma de vestir de la gente se nota que hemos bajado de nivel...

- ¿Pudiera el conocimiento de la historia ser aleccionador para evitar la repetición de errores pasados? Ya sabe, lo de tropezar dos veces en la misma piedra.

-El historiador no sabe nada a partir de hoy y yo no creo que la historia enseñe nada. Podríamos esbozar teorías basadas en el conocimiento de lo pasado pero un simple imponderable, cualquier detalle las echaría por tierra. El futuro no está escrito; ahora bien, los síntomas del nuestro son oscuros.

- Y esa congoja por el negro panorama, ¿tiene alguna consecuencia en el presente?

-Nos hace vivir en un estado excepcional de ansiedad e inquietud, lo cual es malo para los negocios y para la economía. Otra consecuencia es la pérdida de población, ya sea por caída de la natalidad -tenemos la pirámide de población totalmente invertida, como una peonza- o porque la gente emigra en busca de oportunidades.

- Acaba de ser nombrado académico de la historia portuguesa, ¿hay muchos paralelismos con la española?

-La historia de Portugal, bastante desconocida en España, es una especie de revolución permanente, es un país que experimentó muchos e importantes cambios en poco tiempo. ¿Paralelismos? Sí que lo hubo, en tiempo de los imperios; España y Portugal eran los dominadores del mundo.

- En ciertos momentos de la historia se planteó la posibilidad de la unión peninsular, ¿por qué fracasó esa pretensión?

-Felipe II fue rey de España y Portugal dado que heredó las dos coronas, lo tuvo en la mano pero por motivos que no son claros la unión no fructificó. De haber trasladado la capital a Lisboa en vez de a Valladolid, quizás sí que la idea hubiera cuajado. A España y Portugal les unen más cosas que los separan: por supuesto el territorio, pero también una lengua casi común, el carácter de sus gentes...

- Más que abogar por procesos de integración, lo que toca ahora en España es gestionar lo contrario: pretendidas rupturas territoriales.

-Una reminiscencia, esto de querer salirse del Estado, de la I República, que proclamó 17 estados. Lo de Cataluña no va a conducir a nada bueno porque esto de enfrentarnos está en el ADN de los españoles.

- Volviendo a Portugal, ¿qué opina de sus gentes?

-Admiro sus buenos modales, su compostura y hospitalidad. Y siento debilidad por el fado. A mí Portugal me parece un país lleno de oportunidades.

- En su calidad de miembro de la Academia Portuguesa da Historia, ¿qué tipo de colaboración prevé realizar?

-Pues me propongo ahondar, y con gusto, en el conocimiento de hechos acaecidos desde el siglo XIV al presente que evidencian que las relaciones hispano-lusas no siempre fueron cordiales. Aquí en Asturias tenemos un botón de muestra: Alfonso Enríquez, Conde de Gijón y Noreña, que tanto violentó a la Corona española aliado con intereses lusos que acabó siendo "castigado" con la creación del título de Príncipe de Asturias y la concesión del mismo a Enrique III de Castilla (hijo primogénito de Juan I y de Leonor de Aragón); la Corona logró así tener bajo control una serie de territorios que constituían un entorno ideal para conspiraciones y rebeliones como las de Alfonso Enríquez.

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