Salir del pozo de la pobreza y la exclusión social es difícil hasta con escalera, entendiendo por tal las posibles ayudas que se brinden a las personas que no llegan a fin de mes o que son víctimas de cualquier otras situación generadora de exclusión: paro, enfermedad, condición sexual o étnica... Según se puso de manifiesto ayer en la presentación en Avilés del informe de la Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada), una entidad vinculada a la ONG católica Cáritas, "la pobreza y la exclusión social son hereditarias". Y como tal, el estigma perdura entre generaciones.

La socióloga de Cáritas Asturias Pilar Díaz Cano explicó la razón estadística que justifica el presunto carácter hereditario de la pobreza, vinculándolo a la ocupación laboral: "La encuesta de FOESSA (hecha a 1.566 asturianos) revela que solo en el segmento de población que disfruta de plena integración social se produce una clara mejora de la ocupación laboral de los hijos en relación a los padres (por ejemplo que la madre sea enfermera y la hija. médico); en los segmentos de gente en exclusión severa o moderada no se da esta realidad, más bien al contrario hay un estancamiento ocupacional o, peor aún, un retroceso".

Díaz Cano perfiló una Asturias en la que la cifra de desfavorecidos (148.051 personas, el 14,4 por ciento de la población) se haya estancado.