El Antroxu de Avilés es una fecha ideal para escapar de las normas sociales, ser quienes siempre hemos soñado (o añorado) o resaltar aquello que nos gustaría potenciar en nuestro día a día. Tan fácil como elegir quiénes queremos ser para hacerlo realidad, aunque sea, por un día. Puede que precisamente por eso nos guste disfrazarnos, pues el atuendo que elegimos normalmente está relacionado con lo que nos gustaría ser “si no tuviéramos las limitaciones del día a día”, explicaba a EFE Manuel Nevado, vicepresidente y psicólogo de la asociación Psicología Sin Fronteras. Se puede hacer una clasificación de los disfraces en función de lo que transmiten o a lo que hacen referencia. Así, el experto en la materia realiza un análisis sobre estos tipos de disfraz y las personalidades que suelen decantarse por unos u otros:

  • El sexy

Las personas que se decantan por un disfraz más sensual, “quieren destacar esa faceta que suele estar más reprimida en su día a día”, pudiendo ser personas “que suelen vivir más las normas sociales y los “deberías”, y aprovechan esta ocasión para sacar el lado pícaro que todos llevamos”. Personas que, aún siendo atractivas en su día a día, no se permiten sacarlo a la luz, según el experto.

  • El original

Depende si hablamos de la originalidad en lo individual o en grupo.”Si alguien se disfraza de hormiga gigante solo, rompiendo con lo establecido incluso en carnavales” puede estar relacionado con “personalidades más histriónicas donde se quiere sacar la parte teatral que todos tenemos”.Sin embargo, en grupo, se puede utilizar la originalidad “mediante los elementos de cohesión para sacar la parte reprimida que tenemos aprovechando que no eres el culpable de ese cambio, sino que la responsabilidad recae sobre el grupo o colectivo”.

  • El histórico, de época, político

“En cierto modo hace relación con el poder, el sueño de poder y de grandeza que cada uno tiene”, señala el especialista. Así, aprovechamos los carnavales” para sacar la parte de autoritarismo que en cierto modo gustaría tener”, pues además no se trata “sólo de disfrazarse, sino de jugar un papel”.

  • Misterio, máscaras y rostros ocultos

El experto explica que “ocultar los ojos es ocultar tu interior, porque nuestra mirada es la parte del cuerpo que más dice de nosotros”. Cuando tapamos la inmensa mayoría de nuestro rostro podemos “actuar desde la clandestinidad y el anonimato”, mostrándonos totalmente ajenos al juicio social de las personas que nos pueden conocer. Dentro del misterio, un disfraz habitual es el de Drácula. El facultativo señala que además del misterio, “cuando uno se disfraza de vampiro en el fondo no deja de tener esa sensualidad implícita que nos viene de imágenes sugerentes de películas de vampiros”, desde Drácula a las más juveniles, donde descansa esa vida crápula que forma parte del inconsciente colectivo “elegido por muchos que tienen que conformarse con vivir una vida más monótona y rutinaria” de la deseada, subraya Nevado.

  • El de superhéroe

Suele ser elegido por individuos con una personalidad muy similar a la de los reyes pero más idealizada, es decir, “salvar, estar abierto al mundo pero también preocupado por su ego y vanidad”, dice el psicólogo. Además, también suelen ser personas que se cuidan, “un culto al cuerpo que les permita lucir el disfraz”.

  • El infantil

Quien elige un atuendo de este tipo, quiere “buscar el niño que ha dejado de ser y encontrarse con él por unas horas”. También recurren a él “personas muy extrovertidas que usan esa forma de disfrazarse para marcar aún más ese histrionismo y diversión que pueden tener en su día a día”, subraya el entrevistado.

  • Del sexo opuesto

El psicólogo señala que es un elemento curioso y que daría mucho que hablar “desde la postura más psicoanalítica”. Lo cierto es que son muchos más los hombres que se disfrazan de mujeres que al contrario.“El comportamiento femenino en el hombre está mucho más reprendido y castigado socialmente y entonces hace que en carnaval te puedas permitir sacar esa feminidad que todos los seres humanos tenemos y que se mantiene oculta en el día a día”, explica el especialista. Además, añade que también influye el juego que da la vestimenta femenina, pues “no es extraño ver a chicas con corbata, pantalón, camisa, pero sí a un hombre con falda en el metro por la mañana”. Incluso puede hacerse con carácter exhibicionista o por querer llamar la atención.

  • De animales

Dependerá siempre del tipo de animal, pues con ellos existe “una gran simbología”, además de ser disfraces que se dan mucho más en grupo. Por ejemplo, “el oso es por antonomasia el símbolo del amor”, por lo que puede ser un disfraz elegido por personas “cariñosas y afectivas”, a diferencia del mono, que es “el rey de la selva” y simboliza el poder.

  • De famosos

De este tipo de disfraces podemos deducir “lo que encontramos cada uno de nosotros en esos personajes a los que queremos imitar”, ya sea poder, liderazgo, atracción, seducción, pues “nos gusta disfrazarnos de aquello que idealizamos, de aquello que soñamos o de aquello que añoramos”.

  • Sin disfraz

No disfrazarse en Madrid puede ser normal, no hacerlo en el Antroxu de Avilés puede ser señal de algo más. “Este tipo de personas, serían muy conservadoras, autoritarias, con un miedo importante a hacer el ridículo y con ideas fijas y preestablecidas al pensar que su personalidad o sus rasgos no van a cambiar porque la mayoría de la gente decida que ese día hay que disfrazarse”, subraya Manuel Nevado.

Si no eres de los que no te disfrazas libérate, disfruta, desinhibité, ríe, baila y sobre todo, date alas para ser por un día quien sueñas o anhelas. Aunque como decía Celia Cruz, “la vida es un carnaval”, o al menos debería serlo.