Rodrigo fue una de las 193 víctimas mortales de los atentados del 11 de marzo en Madrid. Cuando esperaba el tren en Atocha para ir a la universidad el estallido de las bombas le pilló de pleno acabando con su vida. Tenía solo 20 años. El año pasado, coincidiendo con el decimoquinto aniversario del atentado más brutal cometido en suelo europeo, su madre, Marisol Pérez Urbano, publicó un libro, "Dinos dónde estás y vamos a buscarte", en el que hace una narración de los hechos y recopila textos y cartas dirigidas a su difunto hijo que fue escribiendo en esos quince años. Hoy (19.30 horas, Palacio de Valdecarzana) lo presenta en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Avilés.
- ¿Cómo fue escribir el libro, reabrió heridas cerradas?
-Diría que fue catártico. Por un lado, escribirlo me hacía llorar. Pero por otro lado me liberaba. También sentía que contar lo que había sucedido era como responder a mi responsabilidad.
- ¿No estaba suficientemente claro lo ocurrido aquel 11 de marzo?
-Las noticias se superponen unas sobre otras. Unas, de teorías conspiranoicas y eso, además, acentuaba nuestro duelo. Generaron una polémica social que nos involucraba a nosotros y que no nos dejaba cerrar nuestras heridas.
- ¿A quiénes se refiere?
-Por un lado a políticos, que han intentado alcanzar el poder de una manera espuria a nuestra cosa, y por otra, a algunos periodistas, que han intentando vender más periódicos a costa de nuestro dolor.
- ¿El "cómo" de un fallecimiento es clave para superar una pérdida?
-Es muy importante. Y es muy desagradable estar en una discusión y que la gente te diga: ¿Es que no quieres saber quién mató a tu hijo? Claro que quiero. Pero les digo una cosa: ¿tienes alguna prueba de que no haya sido así? Si de verdad la tienes, dímelo, y soy la primera en ir contigo a la Audiencia Nacional.
- ¿Qué le han dicho las familias de otras víctimas de su libro?
-He estado en contacto con familiares de otras víctimas y con gente de duelo de otros muchos rangos, no solo del 11M. Al final, la conclusión a la que llego es que todos los duelos son muy parecidos. Nos duele lo mismo. Ninguno somos más por ser víctimas de terrorismo que de un accidente de tráfico y todos aprendemos de todos.
- ¿Y el resto de la familia y el entorno de Rodrigo? ¿Qué le han dicho?
-Me leen y se identifican con ello. Sienten que entran en contacto con él. Luego, cada uno también lo hace a su manera. Su hermano, que canta, se desahogaba cantando; mi hermano mayor subiendo montañas...
- ¿Ha cerrado ya del todo la herida de la pérdida?
-Nunca del todo. Es una herida que parece que se cierra pero, cuando menos te lo esperas, coincidiendo con un aniversario o alguna celebración, vuelve a abrirse.
