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Asturias y Wuhan, lazos de acero

Los técnicos de Ensidesa que viajaron en 1996 a China para asesorar en la construcción de una acería como la de Tabaza viven con desazón el brote de coronavirus que ha puesto de moda a la capital de Hubei

Asturias y Wuhan, lazos de acero

Francisco L. JIMÉNEZ

Desde que los medios de comunicación situaron en Wuhan, provincia de Hubei (China), el epicentro del brote de coronavirus que ha disparado las alarmas sanitarias en todo el mundo y tiene a los españoles confinados en sus casas, la lejana localidad asiática ha adquirido una notoriedad que, sin embargo, no era desconocida para una treintena de asturianos que en 1996 viajaron a aquel lugar para asesorar en la construcción de una acería que replica a 1,5 veces su tamaño la asturiana de Tabaza, propiedad actualmente de ArcelorMittal. Aquellos siderúrgicos de la extinta Ensidesa, casi todos jubilados hoy, han vuelto inevitablemente a viajar en el tiempo y desempolvado sus recuerdos de una ciudad que les acogió con los brazos abiertos y donde dejaron una huella que aún hoy perdura en forma de acero.

"Nuestro viaje fue fruto de un acuerdo de colaboración estatal y la misión consistía en prestar apoyo técnico para la construcción y puesta en funcionamiento de una acería similar, tecnológicamente hablando, a la LD-III asturiana, que a su vez está inspirada en el conocimiento siderúrgico de Nippon Steel. A los chinos les gustaba el modelo porque la acería asturiana tiene, entre otras, dos grandes virtudes: es muy respetuosa con el medio ambiente y maximiza el aprovechamiento de las materias primas", explica el ingeniero de procesos informáticos Miguel Ángel Tirador, uno de los integrantes de la expedición que tiene sobrados motivos para no olvidar jamás aquel viaje: fruto de un accidente sufrió una hernia discal que obligó a su repatriación una vez fracasado el intento de curar la lesión con medicina tradicional china.

El jefe de Documentación de Ensidesa, Javier Gancedo, refiere que la empresa conocida entonces como Ensidesa -precisamente fue durante la estancia de la delegación asturiana en China cuando se pasó a llamar temporalmente Corporación de la Siderurgia Integral- "se sumó a un conjunto de empresa españolas, lideradas por Técnicas Reunidas, al objeto de construir un par de fábricas de cemento, la acería de Wuhan y algunas instalaciones industriales más. La firma asturiana Duro Felguera también envió personal técnico".

Los técnicos de Ensidesa que viajaron a China fueron seleccionados entre el personal de LD-III y al frente de la misión figuraron el ingeniero Felipe Requejo y José Manuel Arias, actual director general de ArcelorMittal en España. En palabras de Gancedo "eran los mejores en lo suyo". Lo "suyo" era la informática de procesos, la producción de acero en convertidor, las tareas de mantenimientos (eléctrico, mecánico y electrónico) y los servicios de apoyo, como la gestión de materiales refractarios.

"Con anterioridad a nuestro viaje había venido un grupo de chinos a Asturias para conocer las instalaciones y verificar que la teoría de lo que decíamos se correspondía con la práctica. Recuerdo que una cosa que les extrañó muchísimo era la 'poca' población que tenía Asturias. Ciertamente, al viajar allí entendimos su punto de vista: Wuhan tenía una población de 10 millones de personas y solo en un barrio concebido para alojar siderúrgicos como aquí fue Llaranes vivían un millón de almas: la población de Asturias entera", relata Álvaro Gascón, otro integrante de la comitiva asturiana en China y en su caso experto en el proceso productivo del acero.

Wuhan Iron and Steel Corporation (WISCO), fundada en 1958, es el nombre de la empresa estatal china que recibió el asesoramiento de los expertos siderúrgicos asturianos. En 2016 se fusionó con Baosteel Group dando lugar a un gigante asiático de la siderurgia. La planta de acero de Wuhan se enclava en el núcleo de Qingshan y fue uno de los 156 proyectos de construcción importantes del primer plan quinquenal de China. Según la percepción de los asturianos que estuvieron en Wuhan en 1996, "la empresa adolecía de problemas tecnológicos relacionados con la obsolescencia de sus instalaciones y por eso recabaron ayuda externa para modernizar la cabecera, que es integral como la asturiana (produce acero a partir de mineral de hierro y carbón) pero nos triplica en tamaño".

Del trato recibido en Wuhan, los miembros de la delegación siderúrgica asturiana hablan maravillas. No tanto de la comida y el alojamiento. "En el botiquín llevamos antidiarreicos por si las moscas, pero aún así, como precaución sanitaria, la mayoría nos obligamos a comer solamente productos de absoluta garantía. En los meses que estuvimos allí vimos comer todo tipo de animales repugnantes y repulsivos, algunos incluso desconocidos para nosotros", asegura Gascón. "El primer alojamiento en donde estuvimos, un hotelucho de una cadena china, era infame. Tras quejarnos nos llevaron a un Holiday Inn que acababa de abrir en Wuhan y la experiencia mejoró bastante. Tan contentos estaban con nosotros que acabaron teniendo izada la bandera asturiana en uno de los mástiles de la fachada, junto a las de China, Estados Unidos y Gran Bretaña", relata Tirador.

Durante su estancia en China, los siderúrgicos asturianos las pasaron canutas con el idioma y desarrollaron códigos propios a modo de jerga. Así, "españolizaron" los supermercados de Wuhan con nombres como El Corte Inglés, SEPU (antigua Sociedad Española de Precios Únicos), Alimerka, etcétera. También tenían un sistema de cartones o tarjetas trilingües en chino, inglés y español con las preguntas básicas que haría cualquier turista. En el ámbito fabril la presencia de traductores facilitaba las cosas.

De aquel viaje, a Álvaro Gascón le quedaron recuerdos imborrables, muchos relacionados con las diferencias de magnitud que se aprecian en China: "El hotel donde nos alojamos estaba en una calle que medía 25 kilómetros de longitud, la empresa a la que prestamos asesoramiento tenía cien mil empleados; Wuhan tenía, además de una gigantesca siderurgia, un montón de empresas tecnológicas y automovilísticas; y por si todo eso fuera poco 34 escuelas superiores y facultades universitarias, dos de ellas de medicina... Hasta el río Yangtsé, que pasa por la ciudad, es enorme de grande y uno de los puentes que lo cruza poco tiene que envidiar al Golden Gate de San Francisco".

Volviendo al presente, los asturianos que fueron a Wuhan a colaborar en la modernización de su siderurgia siguen con pesadumbre las noticias de la mortandad que ha causado el coronavirus. Algo dentro les hace empatizar en primera persona con el sufrimiento y el miedo de aquellas gentes. "Estos días se me agolpan los recuerdos; ojalá la crisis sanitaria acabe pronto", manifiesta Gascón. "Aquel viaje resultó ser una gran experiencia y Wuhan se quedó grabado en mi memoria, por eso ahora sigo con interés todo lo relacionado con el curso del coronavirus", asegura Tirador. Ambos son exponentes de los lazos de acero que unen dos territorios lejanos pero afines.

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