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Rutinas que ganan a la pandemia

Productores y ganaderos mantienen sus hábitos frente al virus: "Sufrimos como antes, pero seguimos adelante"

Rutinas que ganan a la pandemia

El temido COVID-19 ha detenido a prácticamente toda la población. Pese a la pandemia global, en los pueblos la vida sigue prácticamente. Sin excepción, todos los días, los ganaderos y los agricultores mantienen sus rutinas de antes del coronavirus. Buena cuenta de ello pueden dar, por ejemplo, en Gozón. En Manzaneda, Cecilia Fernández, de Casa Bartuelo, prosigue con la plantación de lechugas, berzas y repollos, al igual que con el reparto de ternera y vacuno mayor. "No nos ha alterado nada, seguimos produciendo y entregando hortalizas todos los días", comenta Fernández que, eso sí, resalta que "seguimos sufriendo el día a día, pero como antes, aunque ahora vemos que todo está parado y nosotros tenemos esa parte positiva de que podemos seguir adelante".

Los pueblos, en muchos casos, se convierten en los olvidados o en los últimos de la lista, pero en esta oportunidad, son imprescindibles para que el abastecimiento no se detenga. "La semana pasada todos pidieron un poco más, ésta se tranquilizó un poco todo", comenta Cecilia Fernández.

Al igual que la vida en el pueblo no se detiene, los animales también son ajenos al coronavirus. Existen urgencias, imprevistos en los que hay que actuar. Le sucedió a José Manuel Fernández, de la ganadería Falcón. Tuvo que operar a una de sus vacas por un problema en el estómago. "Antes el veterinario venía casi a diario, ahora solo cuando sea de extrema gravedad, como en este caso, para no exponernos ninguno en riesgo", detalla desde Santiago de Ambiedes. Al igual que su vecina, a Fernández, el COVID-19, apenas le ha tocado la rutina. "Se nos sigue suministrando suero, siguen recogiendo la leche y continuamos con el mismo trabajo, todo igual", afirma.

Belén Fernández López, vecina de La Fenosa, una aldea de Cudillero con solo tres casas habitadas, reivindica en estos días aciagos la tranquilidad que se vive en las aldeas, incluso sin falta de que una epidemia como la del COVID-19 obligue a la población a enclaustrarse en casa. "¡Qué paradoja! Los que vivimos en la zona rural somos los grandes olvidados, hasta despectivamente llamados 'los aldeanos'; pero para muchos hoy somos los grandes afortunados. Y es verdad, en los pueblos el aislamiento es más llevadero", explica.

Esta mujer nacida en la aldea praviana de Beifar y residente en otra de Cudillero hace ver que el aislamiento es el pan de cada día en las aldeas y quiere creer que una situación como la que se vive, cuando el común de los mortales experimenta en sus carnes lo que es la soledad, sirva para generar conciencia del drama de los pueblos vacíos y de quienes en ellos viven.

"Lo habitual en un sitio como La Fenosa es que pasen días sin que veas a un vecino por los caminos, y por eso hay ocasiones en las que te sientes triste y aburrida. Pero ahora, con el estado de alerta sanitaria que se ha decretado se agradece el poder salir afuera de casa a asomar la narizuca al prao sin peligro de contagiarte", relata.

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